Queridos Reyes Majos:
No tengo muy claro si he sido bueno o malo, creo que eso lo deberían decir los que me rodean. En unos casos, opinaran una cosa y en otros, lo contrario.
En fin, ya se sabe que nunca llueve a gusto de todos. Ante esta duda metódica y trascendental lo que voy a hacer es algo parecido a la decisión del Rey Salomón. No voy a pedir para mí y santas pascuas. Pediré regalos y carbón para la gente que, a mi corto entender, se lo merece.
Mirad, Reyes Majos, escuchad un momento. Empiezo por los regalos y termino por el carbón ¿vale?
Regalos:
Me encantaría que colmarais de salud, trabajo y felicidad a todas las familias que están pasando calamidades.
Mandad un poco de justicia para que se terminen de una vez por todas los casos de abuso, violencia y corrupción.
Regalad a cascoporro teras, megas, kbytes, bytes y bit de memoria para que todos los faceamigos podamos estar interconectados.
Bueno, creo que con esto ya...
¡Ah! ¡No! ¡Por Dios! Se me olvidaba.
Mandad libertad, respeto, educación, cariño, solidaridad, sabiduría, honestidad, bondad, cultura y todo, todo lo bueno que se os ocurra y no se pueda comprar con dinero, para la gente buena del mundo, que la hay y mucha.
Carbón.
Reyes Majos, lo del carbón es simbólico, no merecen ni que os lo gastéis en eso.
Mandad turba o gas ciudad a todos los que escandalizan a menores, a los que abusan de su posición, a los racistas, a los machistas o las machistas, a los violentos y violadores, a los que faltan a la confianza entregada, a los que se aprovechan del cargo, a los que siempre han estado subidos en la borrica y no quieren bajarse, a los prepotentes, soberbios y colocados.
Más carbón a los que insultan a nuestra inteligencia, a los que, a sabiendas, actúan en contra de los débiles, a los que predican y no dan trigo, a los que prometen y no cumplen...
Espero, Reyes Majos, que algunas, sino todas las peticiones me las concedáis. Yo confío ciegamente en vosotros y ya espero impaciente a la noche de mañana para colocar los zapatos en la ventana y acostarme con los oídos abiertos para escuchar a los sigilosos pajes y a los tranquilos camellos cómo se descuelgan desde el trineo y entran por la ventana.
Muchas gracias, Reyes Majos, ya sabéis que al pie del árbol os dejo mazapán, turrón, anís y Coca-Cola para vosotros; alfalfa y agua para los animales.
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