

Así, en 1902, el mismo año que se inaugura el monumento en la plaza de Santa Bárbara, se inaugura e instala en esta glorieta de Quevedo, la estatua de Lope de Vega, y años después, fue sustituida por los Héroes del Dos de mayo, de Aniceto Marinas. Más tarde, se instaló en este lugar, el monumento que nos ocupa y en el que sigue actualmente.
El monumento consta de dos partes: estatua y pedestal, la primera en mármol blanco y el segundo en piedra caliza, también blanca.
La estatua representa a Francisco de Quevedo en pie, gallarda y airosa figura, que porta las hojas de un libro en la mano izquierda y apoya la derecha en el puño de la espada, predominando en ella la versión romántica de espadachín y caballeroso aventurero, tan propio de principios de siglo.
El pedestal, aún más subjetivo y romántico, plasma, en libre composición y vagas formas que parecen perderse, desdibujadas, en el fondo del bloque, figuras alegóricas a los temas tratados por el escritor. Así, en el frente, tenemos a la Sátira enlazada con la Poesía; y en la cara posterior a la Historia y a la Prosa. Por último, en la parta baja del pedestal, vemos nueva serie de relieves alusivos a sus obras, acompañados por la inscripción de sus correspondientes títulos: Poderoso caballero, Don Dinero; Vida de Santo Toás de Villanueva; Historia de Marco Bruto, y Vida del gran tacaño.
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