Casa Julio está en la Calle Madera, 37, en pleno barrio de Malasaña. Abierto en 1921 como despacho de vinos de Colmenar de Oreja.
Fue fundada por Julio Gil, al que sucedería su hija Maite, conocida por cocinar unas estupendas croquetas de siete sabores diferentes. Actualmente regenta la taberna su hijo Luis Torres.
Para hacerse una idea de cómo eran las tabernas que poblaban Madrid antiguamente, lo mejor es acudir a una de las que todavía sobreviven en pleno Malasaña. Una de ellas es Casa Julio, con las puertas de color rojo, como mandaba la normativa para identificar los lugares en los que se servía el morapio, ese vino de color rojizo.
Era noviembre del año 2000 cuando algo cambio la vida de este local. Después de los ensayos para la actuación nocturna de unos premios de la música (los Amigo) que se celebraban en Palacio de Congresos Juan Carlos I de Madrid, un grupo de músicos callejeó por el barrio y acudió a este local de la calle de la Madera para hacerse unas fotos, atraídos por su estética. El grupo era U2 y por aquel entonces se encontraba en plena promoción de su All That You Can’t Leave Behind.
Los irlandeses pagaron 300 euros por el alquiler del local durante una mañana y aprovecharon los descansos de la sesión fotográfica para probar la tortilla de patata de Casa Julio, además de su café, que elogiaron. Bono, The Edge, Adam Clayton y Larry Mullen se marcharon sobre las dos, después de tomarse una copa de vino y de llevarse una botella para luego.
Hasta ese momento, Casa Julio era conocida por sus porrones de zurracapote, una espirituosa bebida con base de vino, azúcar, frutas y especias. Pero después empezó a ser frecuentada por jóvenes y famosos como Javier Bardem o Guillermo del Toro, que acudían a curiosear al que se empezó a llamar el bar de Bono. Más tarde el local se reinventó, potenció sus ahora famosas croquetas y reformó su interior para acoger a una nueva clientela que suele llenarlo durante los fines de semana.
Desde entonces el local ha sido reformado, perdiendo parte de su encanto pero ganando en comodidad y estilo.
Es un bar de raciones, tanto en la barra como en las mesas. Cocina española tradicional de una calidad excelente en el que destacamos sus famosas croquetas. Las croquetas son la especialidad de la casa y merece la pena ir aunque sólo sea a probar los variados sabores que tienen como de espinacas, pasas y gorgonzola; picadillo y las clásicas de jamón. Podemos combinarlas como queramos. Al que le guste el picante le encantaran las patatas bravas, dado que, como ya advierten en la carta, son muy muy picantes. Las cañas esta estupendamente tiradas y los camareros son rápidos y eficaces. Suele estar lleno hasta la bandera, pero puedes encontrar algún hueco e irlo mejorando con el paso del tiempo.
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