Allá por 1918 llega a Madrid, desde el pueblo de Villar de Maya (Soria), Manuel Alfaro Lería nacido en 1899. Entra a trabajar en las bodegas de su paisano Saturnino Casas quien tenia varias bodegas por la zona de San Francisco el Grande: en el nº 8 de la Carrera de San Francisco, en el nº 23 de la calle Ventosa y en el nº 24 de la calle Humilladero. En la primera de estas, fue donde empezó a trabajar el joven Alfaro.
Saturnino Casas inaugura en 1923 las Bodegas Casas del número 23 de la avenida Ciudad de Barcelona, bodega que aún existe y está regentada por Gregorio, el nieto de Saturnino. Al abrir esta bodega se va desprendiendo de las tres antes apuntadas. Hacia 1924 Manuel Alfaro, ya casado con Hilaria, le compra a Saturnino la bodega de San Francisco.
En ella permanecen muchos años hasta que, en torno a 1960, la venden a Policarpio Díez ,"Poli", personaje entrañable y castizo, que trasforma la bodega en un bar del que recordamos sus célebres navajas a la plancha. Tras su muerte prematura y, después de un periodo en el que estuvo al frente una hija, venden el local y ahora es una taberna moderna.
Del matrimonio de Mamuel e Hilaria nacen cuatros hijos: dos chicas, que se independizaron profesionalmente, y dos chicos, Pablo y Manolo, que serán los continuadores del negocio del padre.
Pocos años después de comprar la bodega de la Carrera, Alfaro amplia el negocio adquiriendo otra bodega, que ya existía desde 1911, en el número 84 de la calle Amparo. Alfaro coge esta bodega hacia 1925. En 1946 entra como empleado José Rico procedente de del pueblo soriano de Diustes próximo a Villar de Maya, el pueblo de los Alfaro. Con sólo 16 años, hace de comodín trabajando en cualquiera de las tres tabernas de Manuel Alfaro. En 1967 pasa a ser encargado de la calle Amparo adquiriéndola en propiedad en 1985.
José ya esta jubilado y al frente de la bodega están su hijo del mismo nombre y la esposa de este, Carmen, quienes, además de simpatía, nos ofrecen buenas conservas a precios muy razonables, así como deliciosas raciones y aperitivos que, cocinados por manos expertas en Getafe, llegan a la calle Amparo con todo su sabor. Además de la ensaladilla, los boquerones en vinagre y el pisto manchego, podemos probar algo un poco más sofisticado como las albóndigas en salsa de puerro, el pollo en salsa de azafrán, el bacalao ahumado con piquillos y las potentes patatas sorianas. Todos estos manjares los podemos regar con cerveza, vinito o el clásico vermut de grifo.
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