domingo, 1 de octubre de 2017

Camino 2017 desde mi interior. Previa


Una vez que la locomotora del tren ha comenzado a moverse, el Camino de los Ruiz 2017 se ha puesto en pie cual potro recién nacido.  Los primeros pasos han sido inseguros, algún que otro tropezón y requiebros para no perder el equilibrio. Adelante.


    El paso de ciudadano a peregrino ha sido inmediato, ipso facto. Ahora nos domina el deseo vehemente de empezar a ver flechas amarillas por todas partes. 
  No todo es positivo, faltaría más, también está presente la temida ansiedad, que acompaña al peregrino en todas las etapas, por llegar a destino lo antes posible y localizar el alojamiento para  reposar y preparar la jornada siguiente.
  Por la ventanillas desfilan paisajes y paisajes. El amarillo pajizo domina las estampas del viaje, pero poco a poco el panorama verdea y se va convirtiendo en un rotundo verde, que te quiero verde.  
  El transbordo en San Sebastian se hace eterno. Los minutos parecen horas, los apenas 25 km que nos separan de Irún  son como 200 km.
  Por fin llegamos a Irún,  principio de nuestro camino del 2017. Nos resulta fácil localizar el alojamiento, así que nos disponemos a comer. Nuestro hotel dista escasos 100 metros del puente que separa Francia de España. Ante nuestros ojos se asoma el inicio mítico del Camino del Norte. 
  Hasta la llegada de Cándido,  hermano mayor y caminante neófito,  nos dedicamos a pasear por Francia en un intento de sujetar  las piernas que ya huelen a Camino y no hay quien las detenga.
   Sobre las 5 ya estamos reunidos  los tres Ruiz´s: Cándido, Jose y Javi. Puede decirse que comienza nuestro Camino de verdad. ¡Que Dios reparta suerte!
   Nuestra primera tarea como peregrinos es conseguir una credencial para Cándido, así que nos acercamos al albergue de Irún. La caminata nos sirve para conocer un poco la ciudad, tantear el camino que tendremos que recorrer mañana y para estirar un poco las piernas entumecidas por las horas de tren. 
   ¡Ah! También compramos un bastón para Jose que, con las prisas, se lo dejó en Madrid.  La compra se ha hecho muy agradable y educativa porque el vendedor nos ha dado un curso sobre bastones, maquilas y varas de mando. Todo  un personaje el señor.
   La tarde discurre entre charlas y paseos,  observando casas, paisajes, escaparates y, sobre todo, a la gente, gente tan parecida y tan diferente.
   Por fin llega la hora de la cena y del tan necesario descanso. Hoy, día del estreno, observamos la primera de las liturgias de los caminantes: preparar todo lo necesario para la jornada con el objeto de salir lo antes posible a la mañana siguiente.  
   Mochila cargada, ropa en la silla, limones y exprime limones dispuestos, despertadores activos. A la cama.
    Los nervios del primer día no me permiten conciliar el sueño con facilidad y durante la noche me despierto varias veces ansiando que den las 6,30 para levantarnos y salir al Camino cuyas llamadas escucho en el silencio de la madrugada.  

  

  
  
  
  
 Fotografía_ J Ruiz

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