
Los hijos quedan huérfanos de padre en 1894. La muerte de Manuel no sólo dejó a su mujer y sus hijos desolados sino que tuvieron que enfrentarse a la ruina económica debido a la pérdida del patrimonio que la familia tenía en Cuba.
Juana Whitney se traslada a Bilbao donde funda una residencia de señoritas, un centro cultural en el que las mujeres que quisieran podían estudiar.
En 1902 comenzó a ejercer como maestra en una escuela pública de Santander, desde donde fue trasladada a Bilbao cinco meses después; terminando su periplo en Madrid en 1909. De su experiencia como maestra de escuela saldrán conclusiones como la expresada en la Universidad de Oviedo años más tarde:
Es verdad el dicho antiguo de que la letra con sangre entra, pero no ha de ser con la del niño, sino con la del maestro.

Pensionada por la Junta para Ampliación de Estudios e Investigaciones Científicas a partir de 1908, su conocimiento de idiomas, poco frecuente en la España de entonces, y su espíritu bravo y activo la hicieron alumna idónea en varios proyectos. Así, formó parte de la comisión nombrada por el Gobierno para el certamen pedagógico celebrado en Londres. A su vuelta, en la sociedad bilbaína "El Sitio", dio una conferencia en la que observaba que:
El progreso de Inglaterra se debe, no a las peculiares condiciones de la raza y el clima, sino a los elementos predominantes en la dirección de aquel país, singularmente a la acción social de la escuela.
La formación internacional de María prosiguió en los siguientes años, viajando a Bruselas (1910) y a Alemania, en cuya Universidad de Marburgo fue alumna de Paul Natorp y de Nicolai Hartmann en 1912. De regreso, ingresó en el Centro de Estudios Históricos, en el círculo de José Ortega y Gasset.
Creada en Madrid por la Junta de Ampliación de Estudios, la Residencia Internacional de Señoritas, le fue encomendada su organización y dirección. Cargo que desempeñó entre 1915 y 1936 y que se convertiría en el gran proyecto de su vida.
Este centro cultural acogía a estudiantes que cursaban su formación universitaria en Madrid así como a intelectuales extranjeras de visita por España.
En un artículo titulado «Lo único que pedimos» y publicado en la revista La mujer moderna, explicaba su postura frente a la liberación de la mujer:
Soy feminista; me avergonzaría no serlo, porque creo que toda mujer que piensa debe sentir el deseo de colaborar como persona, en la obra total de la cultura humana.

En 1926 María de Maeztu, trabajadora incansable, pasaba a dirigir en Madrid el Lyceum Club Femenino, una institución cultural y educativa que tenía las mismas características que otros liceos fundados anteriormente en Europa. El Lyceum, organizado gracias al trabajo de un grupo de mujeres de gran prestigio intelectual tuvo un gran impacto en el panorama cultural español. El Lyceum tuvo una corta vida. Después de soportar continuos ataques de los sectores más conservadores, en 1939 sería confiscado por Falange y se convertiría en el Club Medina, fundado por la Sección Femenina.
A las puertas de la Guerra Civil española, el trabajo de María empezó a verse amenazado, así como su propia familia. El 31 de julio de 1936 su hermano el escritor Ramiro de Maeztu era detenido y encarcelado para ser fusilado el 29 de octubre de ese mismo año. Un duro golpe para María que decidió abandonar España e instalarse en Buenos Aires donde continuó con su trabajo docente.
El 7 de enero de 1948 fallecía en Mar de la Plata. Su cuerpo sería repatriado para descansar en el mausoleo de la familia Maeztu en Estella.
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