Las Moscas de Antonio Machado
Vosotras, las familiares
inevitables golosas,
vosotras, moscas vulgares
me evocáis todas las cosas.
¡Oh, viejas moscas voraces
como abejas en abril,
viejas moscas pertinaces
sobre mi calva infantil!
Moscas de todas las horas
de infancia y adolescencia,
de mi juventud dorada;
de esta segunda inocencia,
que da en no creer en nada,
en nada.
¡Moscas del primer hastío
en el salón familiar,
las claras tardes de estío
en que yo empecé a soñar!
Y en la aborrecida escuela
raudas moscas divertidas,
perseguidas, perseguidas
por amor de lo que vuela.
Yo sé que os habéis posado
sobre el juguete encantado,
sobre el librote cerrado,
sobre la carta de amor,
sobre los párpados yertos
de los muertos.
Inevitables golosas,
que ni labráis como abejas,
ni brilláis cual mariposas;
pequeñitas, revoltosas,
vosotras, amigas viejas,
me evocáis todas las cosas.
Las Moscas de Antonio Machado
Vosotras, las familiares
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inevitables golosas,
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vosotras, moscas vulgares
|
me evocáis todas las cosas.
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¡Oh, viejas moscas voraces | |
como abejas en abril, | |
viejas moscas pertinaces | |
sobre mi calva infantil! |
Moscas de todas las horas | |
de infancia y adolescencia, | |
de mi juventud dorada; | |
de esta segunda inocencia, | |
que da en no creer en nada, | |
en nada. |
¡Moscas del primer hastío | |
en el salón familiar, | |
las claras tardes de estío | |
en que yo empecé a soñar! |
Y en la aborrecida escuela | |
raudas moscas divertidas, | |
perseguidas, perseguidas | |
por amor de lo que vuela. |
Yo sé que os habéis posado | |
sobre el juguete encantado, | |
sobre el librote cerrado, | |
sobre la carta de amor, | |
sobre los párpados yertos | |
de los muertos. |
Inevitables golosas, | |
que ni labráis como abejas, | |
ni brilláis cual mariposas; | |
pequeñitas, revoltosas, | |
vosotras, amigas viejas, | |
me evocáis todas las cosas. |
Antonio Machado.
Infancia en Sevilla
Antonio Machado nació a las cuatro y media de la madrugada del 26 de julio de 1875 (festividad de Santa Ana y por tanto onomástica de la parturienta), en una de las viviendas de alquiler del llamado palacio de las Dueñas, en Sevilla. Fue el segundo varón que dio a luz su madre, Ana Ruiz, de una descendencia de ocho en total. Once meses antes había nacido Manuel, el primogénito, compañero de muchos pasajes de la vida de Antonio, y con el tiempo también poeta y dramaturgo.
Retrato de Antonio Machado Álvarez y
Ana Ruiz, padres de Antonio |
La familia de la madre de Machado tenía una confitería en el barrio de Triana, y el padre, Antonio Machado Álvarez, era abogado, periodista e investigador del folclore, trabajo por el que llegaría a ser reconocido internacionalmente con el seudónimo de «Demófilo». En otra vivienda del mismo palacio son vecinos sus abuelos paternos, el médico y naturalista Antonio Machado Núñez, catedrático y rector de la Universidad de Sevilla y convencido institucionista, y su esposa, Cipriana Álvarez Durán, de cuya afición a la pintura quedó como ejemplo un retrato de Antonio Machado a la edad de cuatro años.
La infancia sevillana de Antonio Machado fue evocada en muchos de sus poemas casi fotográficamente:
Mi infancia son recuerdos de un patio de Sevilla
y un huerto claro donde madura el limonero...
Y de nuevo, en un soneto evocando a su padre escribe:
... Esta luz de Sevilla... Es el palacio
donde nací, con su rumor de fuente.
Mi padre, en su despacho. La alta frente,
la breve mosca, y el bigote lacio.
El rincón de la alberca en uno de los patios del Palacio de las Dueñas, en una de cuyas viviendas nació, en 1875, Antonio Machado. |
En 1883, el abuelo Antonio, con 68 años y el apoyo de Giner de los Ríos y otros colegas krausistas, gana una oposición a la cátedra de Zoografía de Articulaciones Vivientes y Fósiles en la Universidad Central de Madrid. La familia acuerda trasladarse a la capital española donde los niños Machado tendrán acceso a los métodos pedagógicos de la Institución Libre de Enseñanza. José Luis Cano, en su biografía de Machado, cuenta que una mañana de primavera, antes de salir para Madrid, "Demófilo" llevó a sus hijos a Huelva a conocer del mar.
En un estudio más reciente, Gibson anota que el propio Machado le escribía en 1912 a Juan Ramón Jiménez evocando «... sensaciones de mi infancia, cuando yo vivía en esos puertos atlánticos».
Sea como fuere, quedarían grabadas en la retina del poeta aquellas «estelas en la mar».
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