El Palentino lleva un siglo acogiendo a una clientela variopinta, que va de lo más tradicional a la más adicta, pasando por la moderna, intelectual o popular.
Su barra, ha servido de altar para servir gin-tonics y pepitos de ternera, crear canciones, escribir artículos, trapichear, cerrar tratos de cualquier tipo o protagonizar una película - El Bar -, de Álex de la Iglesia, quien además de rodar allí, se inspiró en su clientela.
El local fue fundado por un señor de Palencia —de ahí el nombre— que se lo traspasó a la familia Herrezuelo. En 1977 falleció el patriarca y sus hijos, Moisés y Casto, se hicieron cargo de la barra.
El local a dado cobijo a prostitutas, periodistas, turistas, estudiantes, hipsters o vecinos del barrio. “El público cambia, pero nunca ha dejado de venir”, comentan sus dueños.
Aquí tengo que hacer un inciso, hace unos días Casto, uno de los propietarios, nos dejó para ir a reunirse con tantos y tantos clientes que ha buen seguro le han acogido en sus brazos. Descanse en paz.
Casto era heredero de la familia Herrezuelo y el responsable de las ajetreadas noches del local; Loli, de 65 años, la viuda del hermano de Casto y la cara diurna del establecimiento.
En el Palentino se puede desayunar, tomarte un montado o una buena copa. Sea la hora que sea, siempre hay ambiente y gente divertida. Además, es barato.
Los precios de El Palentino son imbatibles, nunca es garrafón y el pepito de ternera, su especialidad, al mismo precio que el resto de montados.

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