El pueblo de Madrid es el resultado de una mezcolanza de pueblos, culturas, religiones y, sobre todo, de personas. Gracias a Dios o al destino, Madrid es de todos y no es de nadie. Aquí no hay nacionalismos estúpidos y paletos.
La sociedad madrileña es dinámica, cambiante, innovadora, acogedora, transgresora, abierta y sabe sacar punta al lapicero más romo que nos podamos encontrar. Es posible que se deba a esa cierta chulería que se nos achaca y a esa forma tan especial de encarar la vida.
Cualquiera que pase unos meses en Madrid se convierte en chulapo o chulapa de postín y nadie la va pedir el certificado de pureza de sangre, ni le va a mirar el RH.
Es curioso todo lo que rodea al mundo de chulas y chulos de Madrid.
Mirad, aquí de siempre han existido unos chulos tipo que designaban a ciertos personajes reales de la sociedad madrileña.
De todos son conocidos los manolos, chisperos, majos, chulos de billares, de playa, de toriles, de barquillos, de organillo y hasta chulos de puta. Parecía que todo estaba recogido dentro del mundo castizo, pero no. En las últimas semanas han mutado unos genes castizos dando lugar a la aparición de unos nuevos chulos en el panorama madrileño, son la chula o el chulo de máster y la chula jodefotos.
Habrá que dar tiempo al tiempo y estar atentos a ver si estos chulos se reproducen y se convierten en endémicos o, por el contrario, se disipan y extinguen como una mala borrrasca.
Esperemos, por nuestro bien, que ocurra lo último.
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