María de la Encarnación Gertrudis Jacoba Aragoneses y de Urquijo, más conocida por su seudónimo literario Elena Fortún. Nació el 17 de noviembre de 1886 en Madrid. Era la hija única de Leocadio Aragoneses y Esteban, alabardero de la Guardia Real nacido en Abades, y de Manuela de Urquijo y Ribacova, de la nobleza vasca, nacida en Álava y casada con su padre en segundas nupcias.
Para protegerla por su mala salud y por mantener su clase, su madre no le permitía jugar con otros niños. Eso hizo que formara una personalidad solitaria, soñadora e hipersensible. En 1904 falleció su padre, y la economía familiar se resintió.
Se casó a los 18 años en 1908 con un primo segundo Eusebio de Gorbea y Lemmi, militar y también escritor, con quien tuvo dos hijos; Luis (1908) y Manuel (1909). Su marido es destinado con frecuencia fuera de Madrid, y ella no siempre le acompaña. En 1919 se instalaron en la calle Ponzano y como vecino tuvieron a Santiago Regidor, catedrático de dibujo y colaborador en Blanco y Negro. Gracias a las tertulias en su casa Fortún conoce a figuras relevantes de la intelectualidad de la época. Entre otras conoce a María Rodrigo, María Martos y María Lejárraga, quien la animaría a publicar sus cuentos para niños. En 1920, fallece prematuramente su hijo pequeño, apodado Bolín, que contaba con 10 años. En 1922 su marido es destinado a Tenerife, y la familia le acompaña durante los dos años de estancia. Allí entabló una gran amistad que perduró hasta muerte con Mercedes Hernández, esposa de Eduardo Díez del Corral, compañero de su marido. Esta familia inspiró a los personajes de Fortún. Allí publicó sus primeros artículos en el periódico La Prensa.
Vuelve a Madrid en 1924. Es nombrada secretaria de la asociación Mujeres Amigas de los Ciegos y estudia Braille para realizar mejor su trabajo. Entra a formar parte de la Sociedad Teosófica de Madrid y estudia Biblioteconomía en el Instituto Internacional de Boston en Madrid. Se hizo socia del Lyceum club, lugar de encuentro de las intelectuales en Madrid.
Sus primeros trabajos firmados por Elena Fortún aparecen como colaboraciones periodísticas en la revista La Moda Práctica. Tras conocer a Torcuato Luca de Tena, director de ABC, comienza la publicación en Gente Menuda, suplemento infantil del dominical Blanco y Negro, de sus relatos. El seudónimo de Elena Fortún lo sacó del título de la novela de su marido, Los mil años de Elena Fortún, publicada en 1922. La primera colaboración fue el 24 de junio de 1928, Celia dice.
Celia ha cumplido siete años. La edad de la razón. Así lo dicen el Catecismo y las personas mayores.
Celia es rubia; tiene el cabello de ese rubio tostado que, con los años, va obscureciéndose hasta parecer negro. Tiene los ojos claros y la boca grande. Es guapa. Mamá se lo ha dicho a papá en secreto, pero ella lo ha oído.
Cada domingo aparecían sus colaboraciones, además escribió cuentos y colaboró en Cosmópolis, Crónica, Estampa, Semana y otras revistas infantiles.
La Editorial Aguilar adquirió los derechos de publicación y fue publicando los diferentes títulos bajo el nombre de Celia y su mundo. Para la feria del libro de 1935, entregó cuatro libros, Celia y sus amigos, con ilustraciones de Gory Muñoz; Cuchifritín, el hermano de Celia, el primero de Cuchifritín, que estaba dedicado a Félix, el niño que lo inspiró, hijo de su amiga Mercedes Hernández; El bazar de todas las cosas y uno de comedias infantiles, Teatro para niños. Siguió publicando sobre Cuchifritín y Matonkiki hasta 1936.
Al comenzar la guerra, su marido ya retirado, pidió la vuelta al servicio activo y le concedieron la dirección de la Escuela de Automovilismo de Aviación de Barcelona. Ella se quedó en Madrid continuando sus colaboraciones en Crónica. En sus artículos escribió sobre niños y mascotas.
Su marido aunque no se había comprometido en partido u organización política alguna, se mantuvo fiel al bando republicano, por lo que tuvieron que exiliarse tras la Guerra Civil. En 1948, tras una breve estancia en Nueva York, decide regresar a España e instalarse en Madrid. Su marido se suicidó en Buenos Aires el 16 de diciembre de 1948. Ella falleció a los 65 años el 8 de mayo de 1952 en Madrid.
Trayectoria literaria.
Empezó a escribir para la infancia en 1928, en la revista Blanco y Negro, resucitando la sección de Gente menuda, ya con el pseudónimo de Elena Fortún. El 24 de junio de 1928 vieron la luz las historias de la niña madrileña Celia Gálvez de Montalbán, que cuestionaba el mundo de los adultos. Estas historia cuajaron entre los lectores infantiles de manera tal que la editorial Aguilar se interesó por ellas. Así fueron viendo la luz títulos tan conocidos como Celia, lo que dice, Celia en el colegio, Celia y sus amigos, Celia novelista o Celia madrecita. El último, Celia en la revolución, permaneció inédito hasta 1987 publicado también por la editorial Aguilar, siendo el borrador de 1943. Trabajó también en las revistas Blanco y Negro, Cosmópolis, Crónica y Semana, y en las infantiles Macaco, El Perro, el Ratón y el Gato y otras de España y América.
Además de Celia, el más popular, creó otros personajes como Cuchifritín y Matonkiki, también protagonistas de ciclos novelísticos, y otros como Mila, Roenueces, el Mago Pirulo, el Profesor Bismuto, Lita y Lito y La Madrina. Elena Fortún comprendía como nadie hasta el momento la psicología infantil y se granjeó la simpatía de la infancia, que se podían identificar fácilmente con sus personajes rebeldes y reconocibles en la calle. Supo cómo ponerse a la altura de los niños y entrar en su mente y en sus ilusiones; saber qué decirles y cómo hablarles, porque Elena Fortún tomó partido, definitivamente, por el bando infantil.
Sus narraciones extensas han relegado al olvido su narrativa corta, muy abundante y de gran calidad. La mayor parte de estas historias se publicaron en las páginas de las revistas ya mencionadas (Gente Menuda, Crónica...) y muchas de ellas fueron recogidas después en dos volúmenes titulados Los cuentos que Celia cuenta a las niñas (1951) y Los cuentos que Celia cuenta a los niños (1952). Pero gran parte de los otros no han vuelto a ver la luz y merecen una adecuada recuperación.
Celia en la revolución, inédita durante años, narra la vida del miedo y del hambre en la retaguardia durante la Guerra Civil española.
Yo me había figurado las revoluciones con muchedumbres aullando por las calles. Aquí hay silencio, polvo, suciedad, calor y hombres que ocupan el tranvía con fusiles al hombro.
Así acaba la novela: "Todos, uno tras otro, han ido dejándome sola antes de que me fuera".
La última obra inédita, publicada en 2016, es Oculto sendero en edición de Nuria Capdevila-Argüelles y María Jesús Fraga. En ella, de carácter autobiográfico, María Luisa Arroyo, la protagonista recrea la búsqueda de la comprensión de su sentirse diferente desde niña.
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