viernes, 17 de agosto de 2018

Leyendas. El Cristo de la Calavera. Toledo

Resultado de imagen de imagen del cristo de la calavera     Cuenta la leyenda que durante una celebración, a doña Inés de Tordesillas, dama principal de la corte, se le cayó uno de sus guantes. Dos galanes, don Lope y don Alonso, amigos y ambos enamorados de la dama, raudos, se lanzaron a recogerlo para devolvérselo.

     El problema es que lo recogen a la vez, cada uno de un extremo. Ninguno quería soltar el guante. Devolver el guante a doña Inés sería como un acto galante mediante el cual poderle demostrar su amor, y demostrar así que era el elegido para terminar con ella la noche.

Resultado de imagen de imagen del cristo de la calavera   Todos observaban la escena, paralizados. Ambos habían declarado su amor por una misma mujer. Tuvo que intervenir una tercera mano, era la mano del Rey, quien les arrebata el guante y se lo devuelve a doña Inés, no sin antes presagiar lo que bien podía pasar: “Tened el guante, y guardarlo bien, no sea que algún día os lo devuelvan manchado de sangre”.

   Ambos amigos, don Lope y don Alonso, se habían dado cuenta de que sólo había una manera de discernir quién se quedaría con doña Inés: un duelo. Así que sin más no volvieron a mirarse, y al terminar la celebración buscaron un lugar apartado donde poder llevarlo acabo, y que cumpliera con dos cosas: que fuera amplio para poderse batir en duelo (algo complicado en Toledo) y que tuviera algo de luz.

Resultado de imagen de imagen del cristo de la calavera   Encontraron una calle con un pequeño ensanche, muy cerca de Zocodover, y que además tenía un cristo iluminado por un candil. Asi que, sin mediar palabra, comenzó el duelo. El problema que se palnteó es que cuando los aceros chocaban la luz del candil se apagaba y volvía, al rato, a encenderse sola. Ellos extrañados, no comprendían el origen de ese misterio. Siguieron a lo suyo, pero la tercera vez que chocaron sus aceros, la luz de apagó bruscamente para no volverse a encender más y un fuerte viento les derribó al suelo. Entonces cayeron en la cuenta que quizá era una señal divina que les estaba queriendo decir que arreglaran eso de otra manera.   

  Por ello, acuerdan ir a casa de doña Inés, y que sea ella la que diga con quién de los dos quiere quedarse.

   Ya rozando el alba, cuando están llegando a casa de doña Inés, en su balcón pueden ver cómo un hombre se descolgaba por él y ella le despedía con frases cariñosas. Los dos caballeros irrumpieron en una sonora carcajada, pues entendieron que ella se había reído de su verdadero amor. La joven escuchó las carcajadas y se metió rápidamente a su habitación, cerrando el balcón.

Resultado de imagen de imagen del cristo de la calavera  A la mañana siguiente, un entarimado en Zocodover para despedir a las tropas que partían a la batalla contra los moros. A la cabeza del entarimado la reina y, junto a ella, dona Inés por ser una de las damas principales. Esperaba ver al vencedor del duelo, pero cual no sería su sorpresa cuando, detrás del Rey, iban estos dos amigos y, al pasar por delante de ella, irrumpieron en la misma carcajada que la noche anterior al mismo tiempo que la miraban. Ella entendió todo, y calló turbada a los pies de la reina.

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