sábado, 29 de diciembre de 2018

Mujeres olvidadas. Luisa Roldán

Jesús Nazareno.
 Madera tallada y policromada.
 159 cm.
Convento de Madres Clarisas,
Sisante.
 Luisa Roldán nació en Sevilla en 1652, hija del escultor Pedro Roldán. Desde muy joven, al igual que sus siete hermanos colaboró en el taller de su padre. Aunque Luisa al contrario de ellos mostró dotes para la escultura.
  "La Roldana" como la llamaban, desde el principio quiso ir más allá de las labores a las que relegaban a las mujeres y empezó a realizar sus propias tallas y diseños.
  Luisa, rebelde por naturaleza y anhelando ser libre a toda costa, desposó con Luis Antonio Navarro de los Arcos (ayudante del taller familiar), a pesar de la oposición del padre a dicho matrimonio. Llegó a enfrentarse al padre en los tribunales por la cuestión de su matrimonio: los jueces le dieron la razón y pocos días después se celebró el enlace. 
 San Miguel venciendo al demonio,
Madera tallada,
 dorada y policromada.
Monasterio de El Escorial
   Este matrimonio le permitió independizarse del padre y formar su propio taller, en el que su esposo trabajaría como ayudante. Ahora competidora directa de su progenitor, Luisa empezó a ganar prestigio y a conseguir encargos de iglesias y cofradías. Desarrolló también un arte muy personal, pues empezó a trabajar con el barro, un material que se consideraba pobre y que gozaba de poco prestigio, y consiguió ponerlo de moda en los ambientes eclesiásticos y nobiliarios de Sevilla y Madrid. Sin llegar a abandonar nunca la madera, consiguió dominar la cocción del barro para deshacerse de su aspecto más rústico y creó con él conjuntos de figurillas llenos de expresividad y encanto que adelantan el gusto rococó.
San Joaquín, Santa Ana y la Virgen niña.  Barro cocido, dorado y policromado.
 45 x 51 x 38 cm.
Museo de Bellas Artes de Guadalajara.
   En 1686 fue contratada por el cabildo de la catedral de Cádiz para la realización de diferentes tallas. Finalizado este encargo, se trasladó junto con su familia a Madrid. Allí sus figuras de barro empezaron a ganar fama y a decorar muchos oratorios de los palacios nobles. Hasta tal punto ganó en fama y en prestigio que en 1692 fue nombrada escultora de cámara del rey Carlos II, un privilegio reservado a muy pocos hombres y a ninguna otra mujer de la historia de España (excepto el caso no oficial de Sofonisba Anguissola).
 San Servando, Madera tallada,
 dorada y policromada.
145 cm. Catedral de Cádiz.
  Debido a la crisis que azotaba al antes poderoso imperio español hizo que su situación no fuera tan deseable como puede parecer en un primer momento. Luisa Roldán no siempre conseguía cobrar por las obras que realizaba para los nobles y el cargo que ostentaba en la corte era más honorífico que otra cosa, pues raramente fue retribuida por él. Así, a pesar de todo su prestigio vivió sumida en la pobreza. 

  Tras la muerte de Carlos II en 1700 y el ascenso al trono del primer Borbón, Felipe V, Luisa solicitó recuperar de nuevo su cargo, el cual le fue concedido a finales de 1701. Sin embargo, apenas tuvo tiempo de desarrollar su arte dentro de la corte francesa, pues falleció poco después, el 10 de enero de 1706 en Madrid, sumida en la miseria.
   Luisa Roldán, La Roldana, fue la primera escultora española registrada. Es una de las principales figuras de la escultura del Barroco en la Andalucía de finales del siglo XVII y principios del XVIII.​ Su fama alcanza mayor relieve desde que Antonio Palomino la reconoció como una escultora tan importante como su padre. 

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