Teguise es la villa de las dos caras. Una cara, cuando celebra su tradicional mercadillo dominguero y la otra, la de un día cualquiera a cualquier hora.
Teguise sin mercadillo es un pueblo blanco, blanquísimo con los salpicones de verde y marrón de sus puertas.
Se respira, se transpira, se palpa, se siente paz. Teguise es paz, es tal la calma que el reloj camina más despacio.
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