Elegía del niño marinero
de Rafael Alberti
de Rafael Alberti
A Manuel Ruiz Castillo
Marinerito delgado,
Luis Gonzaga de la mar,
¡qué fresco era tu pescado,
acabado de pescar!
Te fuiste, marinerito,
en una noche lunada,
¡tan alegre, tan bonito,
cantando, a la mar salada!
¡Qué humilde estaba la mar!
¡Él cómo la gobernaba!
Tan dulce era su cantar,
que el aire se enajenaba.
Cinco delfines remeros
su barca le cortejaban.
Dos ángeles marineros,
invisibles, le guiaban.
Tendió las redes, ¡qué pena!,
por sobre la mar helada.
Y pescó la luna llena,
sola, en su red plateada.
¡Qué negra quedó la mar!
¡La noche, qué desolada!
Derribado su cantar,
la barca fue derribada.
Flotadora va en el viento
la sonrisa amortajada
de su rostro. ¡Qué lamento
el de la noche cerrada!
¡Ay mi niño marinero,
tan morenito y galán,
tan guapo y tan pinturero,
más puro y bueno que el pan!
¿Qué harás, pescador de oro,
allá en los valles salados
del mar? ¿Hallaste el tesoro
secreto de los pescados?
Deja, niño, el salinar
del fondo, y súbeme el cielo
de los peces y, en tu anzuelo,
mi hortelanita del mar.
Marinero en tierra [1924]
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Rafael Alberti Merello nace en el Puerto de Santa María, Cádiz, 16 de diciembre de 1902, escritor, especialmente reconocido como poeta, miembro de la generación del 27. Está considerado uno de los mayores literatos de la llamada Edad de Plata de la literatura española. Cuenta en su haber con numerosos premios y reconocimientos.
Miembro activo del Partido Comunista de España, se exilió tras la Guerra Civil. Vuelto a España tras la instauración de la monarquía, fue nombrado Hijo Predilecto de Andalucía en 1983 y Doctor Honoris Causa por la Universidad de Cádiz en 1985. Publicó sus memorias bajo el título de La arboleda perdida.
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