Un vecino del pueblo de Barxamaior, Juan Santín, solía subir a la montaña para escuchar cómo oficiaba la misa un monje.
Un día de tempestad, en que la nieve era tan fuerte que cubría todo con su manto, un día peligroso para viajar. El fraile, se burló de Juan y murmuró "como has hecho este camino para solo arrodillarte ante un poco de pan y vino".
Un día de tempestad, en que la nieve era tan fuerte que cubría todo con su manto, un día peligroso para viajar. El fraile, se burló de Juan y murmuró "como has hecho este camino para solo arrodillarte ante un poco de pan y vino".
De repente, la hostia que el párroco tenía en su mano se transformó en carne y el vino en sangre. Era el castigo divino que sufrió el fraile por ser tan poco caritativo y mostrar tan poca fe.
Pasado el tiempo, en su visita a la parroquia, los Reyes Católicos quisieron llevarse el cáliz, pero la mula que lo llevaba se negó a caminar. También dicen que la Virgen ladeó la cabeza para contemplar el milagro y que su figura sigue así.
Se cuenta también que los dos enterramientos que hay dentro de la iglesia pertenecen al campesino y al fraile protagonistas del milagro.
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