jueves, 15 de agosto de 2019

Leyendas y lugares. El Cristo de las Aguas. Toledo.

El Cristo de las Aguas
La leyenda tiene como protagonistas a aquellos que diariamente trabajaban en el Tajo, y nos dice que un buen día, mientras todos estaban en su faena, cerca del Puente de Alcántara, encaminando la corriente hacia el «Artificio de Juanelo Turriano», ya desaparecido y que subía agua al Alcázar Toledano y al resto de la ciudad, vieron que llegaba flotando una caja de madera de tosca construcción.
 Conocido era ya en la época los numerosos tesoros y riquezas que cuentan encierra Toledo en sus entrañas, y creyendo estos trabajadores que la caja podría haber escapado de los más recónditos subterráneos toledanos, rápidamente se acercaron a la orilla para intentar alcanzarla. La sorpresa e intriga de éstos por la caja aumentó al momento de intentar tenerla, ya que cada vez que se acercaban a ella como si impulsada por misteriosa energía desconocida, se apartaba de ellos y sus herramientas. 
  Todos aquellos hombres y mujeres, ya preocupados al ver que ningún intento era posible ya que la caja parecía que cobraba vida incluso al moverse contracorriente y cambiar de orilla siempre huyendo de sus captores decidieron que era momento de no seguir con su afán y dar conocimiento de tan extraño suceso a las autoridades de la ciudad.
  Llegados los alguaciles y el Corregidor de la ciudad al río decidieron que aquello era un hecho milagroso, que bien pudiera ser encanto o brujería, y no tardaron en avisar a las autoridades religiosas, para que decidieran qué hacer con la misteriosa caja que huía con vida propia de sus captores de tal forma:
«En Toledo, a veynte y seis días del mes de octubre del año de Nuestro Salvador Ihesu Christo de mil e quinientos e sesenta y tres años, reunidos el cabildo de cofrades de la Cofradía de la Santísima Vera Cruz de Nuestro Señor, […] paresció presente un mandadero llamado Antono Arias, el qual dixo tener un mensaje de parte del Cabildo de la Ciudad para se leer ante dicho cabildo de cofrades, para lo que pidió la venia, y otorgóxela, y el tenor de dicho mensaje dice así:
La Ciudad de Toledo, a vos el cobildo de cofrades de la Cofradía de la Santísima Vera Cruz, sepades que en el día de oy, reunido el cabildo de la Ciudad en las Salas de su Ayuntamiento, parescieron presentes Pedro de Bargas, pescador y otros albéitares, todos vecinos de esta ciudad, e pidieron licencia para referir a este cabildo un suceso espantoso que dezian había acontecido. E otorgada la licencia, dixo el referido Pedro de Bargas que en este día, como a hora de tercia estaban él y sus dos compañeros pescando en el río, debaxo de la Puente que llaman de Alcántara, e vieron que venía por la corriente una como caxa de madera grande, e que vino a parar en el azud que hay cabe los molinos y el artificio del agua, e que él y sus dos compañeros se acercaron a la caxa por ver qué contenía, e que cuando lo hizieron ademán de cogerla, la caxa se movió sola hasta la otra orilla del río, e que, creidos de ser cosa de magia o encantamiento, salieron huyendo de allí, y que eso esverdad y es que todo lo que tenían que decir. Al punto el Señor Corregidor dispuso que él mismo con algunos miembros del Cabildo y yo el escribano público bajasen hasta el lugar ante dicho para hacer pesquisa de qué cosa fuese aquello. E llegados al lugar, encontraronse allí una caxa como de un cuerpo de grande, alargada, de madera buena, flotando en la orilla de acá del río, e al acercarse a ella, la caxa huyó a la otra orilla. E intentaron cogerla por tres veces, ya la caxa siempre huyó a la otra orilla, volviendo cuando el Corregidor y los demás se retiraban de la orilla. E el Señor Corregidor, con el acuerdo de los demás, dispuso allí una fuerte guardia de soldados que guardasen que nadie se acercase a la caxa hasta ver lo que mejor procesiese. E viendo ser cosa sobrenatural, acordaron de dar aviso al cabildo de la Sancta Yglesia e a todas la parroquias e cofradías de la ciudad, para, reunidos todos en el lugar sobredicho, conocer si es cosa de Dios o del demonio. Así, vos rogamos que, en este día, a la hora de vísperas, acudáis todo vuestro Cabildo al sobredicho lugar. E yo el escribano lo fiz escribir por mandato del Cabildo.»



Puente de Alcántara y río Tajo
Puente de Alcántara y río Tajo
   Cerca ya la noche, un tumulto de gentes acompañan al Obispo de Toledo con la cruz al frente… Los vecinos hablan quedo sobre el misterio que encierra la caja, muchos temen su apertura, por considerar obra del diablo… Otros quieren ver el tesoro que esperaban encontrar los primeros. Otros tantos temen que sean los duendes que tantas veces aparecen por la ciudad los que muevan la caja…
   Al llegar a la orilla, con la caja al frente, el Obispo se adelanta, y con fuerte voz para ser oído por encima del tumulto dice: «En el nombre de Dios, Padre, Hijo y Espíritu Santo, yo te conmino a que nos digas quién eres y a qué vienes». El silencio cubre con su manto a todos los que allí se agolpan junto al Tajo… El Corregidor ordena a los alguaciles que se adelanten e intenten coger la caja. Al aproximase, ésta huye hacia la otra orilla… Viendo que no era solución, se decide que todas las autoridades y representantes eclesiásticos allí presentes hagan la misma pregunta a la misteriosa caja. Poco a poco, desde el Dean catedralicio hasta los cofrades toledanos van haciendo la pregunta obteniendo el mismo resultado que el Obispo. Nadie hace que la caja pare quieta.
Resultado de imagen de imagen El Cristo de las Aguas. Toledo.   Llega el turno del Cofrade Mayor de la Vera Cruz. Al preguntar a la caja, ésta se acerca y queda casi a los pies de ésta cofradía. Prestos, los cofrades abren con sumo cuidado la caja y descubren en su interior un crucifijo de respetable tamaño, moreno y de larga melena, sobre el que aparece un papel escrito, que entregan al Obispo y éste lee: 

«Voy destinado para la Santa Vera Cruz de Toledo»
   Los toledanos allí congregados toman este hecho desde el primer momento como un milagro, creyéndolo así desde entonces. En procesión llevan la imagen hasta el Convento del Carmen Calzado, donde permanece hasta 1810, año en el que los franceses queman éste convento, pasando entonces a la Iglesia de la Magdalena. Es en aquél lugar donde sacaban a este Cristo en procesión rogando por el fin de sequías y pestes. Durante la fratricida Guerra Civil la parroquia de la Magdalena fue destruida, y con ella el Cristo de las Aguas.

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