viernes, 13 de septiembre de 2019

Fuentes de Madrid - La fuente de Cibeles


Fuente de Cibeles - 04.jpgEsta fuente fue recreada por el arquitecto español Ventura Rodríguez que realizó el proyecto entre los años 1777 y 1782. Ventura Rodríguez, Maestro Mayor de la Villa y de sus Fuentes y Viajes de Agua, diseñó la fuente mediante unos dibujos a lápiz y papel. Quiso compaginar la función ornamental con la práctica, creando una figura infantil con una jarra de la que brotaba un surtidor de agua potable para el uso público. Para la construcción de la fuente fueron empleados unos 10.000 kilos de piedra.

El escultor Francisco Gutiérrez Arribas esculpió la figura de la Diosa Cibeles y las ruedas del carro y el francés Roberto Michel esculpió los dos leones. Miguel Jiménez cobró 8.400 reales por labrar las cenefas decorativas del carro. Estos tres artistas trabajaron en equipo.

En 1791 el nuevo Maestro Mayor de Madrid, Juan de Villanueva, propuso disponer en los costados de la fuente dos esculturas de piedra de un dragón y un oso, obra de Alfonso Bergaz hijo, que arrojaban agua por unos caños de bronce insertos en sus bocas. El dragón se destinó para uso público y el oso para que llenasen sus barriles los 50 aguadores que se acabarían asignando a la fuente.En 1862 el dragón y el oso fueron retirados.

Ya en su ubicación actual, poco a poco, al elevarse las rasantes de su entorno por la renovación de la edificación circundante, la gran pila de agua de la fuente ha ido quedando semienterrada.


Parece ser que en principio esta fuente iba destinada a los Jardines de La Granja de San Ildefonso en Segovia, pero cuando se empezó a remodelar el ancho Paseo del Prado, la fuente se colocó frente al Palacio de Buenavista, muy cerca de él, a la entrada del Paseo de Recoletos y mirando hacia la otra gran fuente, la de Neptuno. Entre ella y el palacio había unos edificios pequeños donde estaba ubicada la Inspección de Milicias y más tarde la Presidencia del Consejo de Ministros, hasta que en 1780, se incendió todo el grupo. Instalada la fuente en 1782, no funcionó hasta el año 1792.
   En 1895 se trasladó el monumento al centro de la plaza, colocando a la diosa mirando al primer tramo de la calle de Alcalá. Este traslado levantó mucho revuelo y críticas que se vieron reflejadas en la prensa de la época donde se dieron todos los detalles de la polémica entre el Ayuntamiento y la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando. Hasta el año 1981 no hubo ninguna restauración.


   La figura principal es la diosa Cibeles, obra del escultor Francisco Gutiérrez. Está montada en un carro dispuesto sobre una roca que se eleva en medio del pilón. En sus manos lleva un cetro y una llave y en el pedestal se esculpieron un mascarón que escupía agua por encima de los leones hasta llegar al pilón, más una rana y una culebra que siempre pasan desapercibidas. Dos leones esculpidos por el francés Roberto Michel, tiran del carro. Los leones representan a los personajes mitológicos Hipómenes (o Melaión) y Atalanta, la gran cazadora del grupo de Diana. Hipómenes se enamoró de ella y consiguió sus favores con la ayuda de Afrodita y del truco de las manzanas de oro, pero al cometer los amantes sacrilegio cuando se unieron en un templo de Cibeles, Zeus se enfureció y les convirtió en leones condenándoles a tirar eternamente del carro de la gran diosa.


   La fuente no sólo era un monumento artístico sino que tuvo desde el principio una utilidad para los madrileños. Tenía dos caños que se mantuvieron rústicos hasta 1862. De uno se surtían los aguadores oficiales que solían ser asturianos y gallegos y llevaban el agua hasta las casas y del otro el público de Madrid. En el pilón bebían las caballerías. El agua procedía de un viaje de aguas que, según la tradición, databa de la Edad Media de la época en que Madrid era musulmán. Tenía fama de poseer buenas propiedades curativas de cualquier mal. Los caños eran incómodos y de difícil acceso y estaban situados en el lugar donde hoy saltan los surtidores. Precisamente por eso en el año 1862, el Ayuntamiento decidió cambiarlos por dos figuras artísticas y de diseño simbólico para la villa de las que manaba ampliamente el agua: un oso y un grifo (criatura mitológico mitad águila, mitad león) que además fueron colocadas de manera que se facilitara el acercamiento de la gente.



En 1895, con el traslado de la fuente al centro de la plaza, y con motivo de las obras pertinentes, se hicieron nuevas remodelaciones. Se colocó el monumento sobre cuatro peldaños y se le rodeó de una verja para evitar en este caso el acceso. La fuente ya no cumplía su cometido porque la mayoría de las casas tenían o empezaban a tener agua corriente, por lo que el añadido del grifo y el oso se quitó, volviendo así al primitivo proyecto de Ventura Rodríguez. El grifo estaba en buenas condiciones así que se guardó en los almacenes de la villa, junto con otras piezas de monumentos varios donde quedó abandonado y olvidado. Cuando a finales del siglo XX se restauró la casa de Cisneros, alguien se acordó del grifo de Cibeles y fue trasladado al jardincillo de este edificio. Por su parte, el oso adornaba uno de los paseos de la Casa de Fieras del Retiro. En la actualidad, tanto el oso como el dragón forman parte de las colecciones del Museo de los Orígenes de Madrid, en cuyo patio renacentista pueden contemplarse, junto a los remates de tritones y nereidas de las Cuatro fuentes del Paseo del Prado.

A través de los años, en una nueva remodelación la verja desapareció sin que el Ayuntamiento diera explicación alguna y la gente se olvidó de ella, hasta que a finales del siglo XX, la prensa dio con su paradero por casualidad e informó de ello: se halla en la entrada al recinto de la sede de la banda de cornetas y tambores de la policía municipal que está ubicada cerca del Puente de los Franceses.

Además se añadieron en la trasera dos amorcillos; uno (cuyo autor es Miguel Ángel Trilles) vierte agua de un ánfora, y el otro (su autor es Antonio Parera) sostiene una caracola. Pero con este cambio no se perdió la traída de aguas del viaje antiguo y para suplir la fuente como tal se construyó una fuentecilla con caño en la esquina de la plaza, del lado de Correos. Esta fuentecilla siguió siendo todo un símbolo para el pueblo de Madrid que allí acudía a llenar cántaros, botijos y botellas, como sus antepasados. La fuentecilla dio lugar a que la música le dedicara una canción: "Agua de la fuentecilla, la mejor que bebe Madrid…"

Durante la Guerra Civil Española, el bando republicano, que aún dominaba Madrid, cubrió la fuente de Cibeles con una montaña de sacos terreros y, sobre estos, una estructura enladrillada de forma piramidal, para protegerla contra las bombas y disparos del bando enemigo (que ya habían causado deterioros en su brazo derecho, nariz y en el morro de uno de los leones), gracias a lo cual se evitaron daños mayores en el monumento.

A mediados del siglo XX el agua de la fuente se hizo más artística con el añadido de surtidores y diversos chorros formando cascadas y agregando la iluminación de colorines que hizo las delicias del pueblo madrileño. En el estanque superior hay dos surtidores verticales que alcanzan los 5 m de altura, acompañados de una serie de chorros inclinados que ellos envían el agua desde la diosa hasta la parte externa.



En los años 1994 y 2002, la escultura fue mutilada, siéndole arrancada en ambas ocasiones una mano; en una de las ocasiones la mano original apareció, pero en la otra no, teniendo que ser sustituida por una nueva de origen moderno.

Algunas crónicas señalan que en caso de que las alarmas de la Cámara del Oro del Banco de España salten por intento de robo, todas las habitaciones de dicha cámara, a 35 metros de profundidad, se inundarían con el agua de La Cibeles, gracias a la canalización de las aguas desde la fuente hasta la citada estancia.

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