miércoles, 11 de diciembre de 2019

Mujeres olvidadas. Beatriz de Bobadilla, Marquesa de Moya

Diego de obregón-Retrato de Beatriz de Bobadilla.jpg     Beatriz nació en  Medina de Campo en el año del señor de 1440 en el seno de la familia formada por Pedro de Bobadilla y María Maldonado, procedentes ambos de la pequeña nobleza.
   El padre de Beatriz era alcaide del castillo de Arévalo —de ahí que se le denominara más tarde, amo de la Reina— lugar de residencia de la Reina viuda, Isabel de Portugal y de sus hijos, Isabel y Alfonso.  
  Beatriz se convirtió, durante la estancia de ésta en Arévalo, en  amiga de juegos de Isabel, confidente y protectora hasta que, en 1462, ambos hermanos fueron trasladados a la Corte de su hermanastro. Ese ascendiente, originado en la difícil infancia de Isabel, le procuró a Beatriz un papel relevante ante la Reina hasta la muerte de la Soberana..
   Enrique IV la nombró doncella y criada de aquélla y, más adelante, en 1466, le procuró un matrimonio preferente con su mayordomo Andrés Cabrera, un conquense también de origen hidalgo, que con el tiempo jugaría un papel trascendente en la proclamación de los príncipes Fernando e Isabel como reyes de Castilla. 

Imagen relacionada   El 5 de junio de 1465 el príncipe Alfonso, hermano de Isabel, fue alzado Rey por los nobles en Ávila comenzando un difícil período de tres años de duración caracterizados por la existencia de una dualidad monárquica en Castilla que llevó a una guerra civil soterrada. Dentro de este contexto se conoce uno de los episodios más relevantes protagonizado por Beatriz de Bobadilla, que, a la sazón, acompañaba a la infanta Isabel en la Corte de su hermano. El Monarca decidió que su hermana, de quince años, se casara con Pedro Girón, maestre de Calatrava, un cincuentón ambicioso y prepotente, a fin de pacificar el reino. Los cronistas relatan que Isabel permaneció rezando toda la noche para que uno de los dos desapareciera, pero su dama, la Bobadilla, más resuelta, le prometió que ella misma se encargaría de impedir, incluso apuñalando al impresentable novio si era preciso, para evitar aquella disparatada boda. No hizo falta, ya que, de forma repentina, y seguramente no de forma natural, Girón moría en el camino. Isabel nunca olvidaría el apoyo de Beatriz.
  La muerte del rey Alfonso en julio 1468, Isabel es reconocida en Guisando como heredera desplazando a Juana, la hija nacida en el matrimonio de Enrique IV, pero, al casarse con el príncipe Fernando de Aragón, se enfrenta a su hermanastro que vuelve a reconocer a su hija. El matrimonio Bobadilla-Cabrera se convirtieron en los más firmes defensores de los príncipes. El hecho de que el alcázar de Segovia, con su tesoro, estuviera en posesión de Andrés Cabrera permite al marido de Beatriz tener la llave del futuro del reino y a ella protagonizar un episodio espectacular para conseguir que Isabel entrara en Segovia.   
Imagen relacionada   El inmenso papel que había protagonizado el matrimonio en el triunfo de la causa de Isabel y Fernando explica prácticamente todo su patrimonio. 
  Durante el reinado de los Reyes Católicos, Beatriz no dejó de ejercer como una cortesana influyente y culta —se interesó por el estudio del latín como todo el entorno femenino de Isabel—, lo que justificó el dicho “después de la reina de Castilla, la Bobadilla”.      Otros cronistas no dudan en subrayar su discreción y valentía y todos ellos su gran ascendiente sobre la Reina. Tanta simbiosis le acarreó más de un problema: durante la guerra de Granada concretamente en 1487, sucedió un episodio singular. Confundida con la propia Soberana, Beatriz fue atacada por un moro que la hirió sin gravedad gracias a la defensa que de ella hacían los adornos de oro de su traje. Su afición a los “arreos” —en palabras de Palencia— le había salvado la vida.  
   Los años fueron pasando, pero Beatriz nunca dejó de ser la más amada de las damas de Isabel. Tanto que Gonzalo Fernández de Oviedo escribía “me acuerdo de verlas ya viejas e nunca la reyna la llamaba sino hija marquesa”.
   La reina Isabel muere el 26 de noviembre de 1504 en Medina del Campo y, según la tradición, es la marquesa de Moya la que tuvo el privilegio de cerrarle los ojos. A la muerte de la Reina los Cabrera aún hubieron de luchar por su bien más emblemático: la alcaldía de Segovia que durante el breve reinado de Felipe el Hermoso fue a parar a otras manos. Pedro Mártir de Anglería relata la defensa del alcázar cuya dirección se hizo bajo la animosa Bobadilla —con sesenta y seis años— ante la incapacidad del viejo, achacoso y leal servidor que aún era su marido. Finalmente el castillo pasó de nuevo a Cabrera en nombre del rey Fernando. Fue la última heroicidad de Beatriz de Bobadilla. 
La marquesa de Moya muere en Madrid el 17 de enero de 1511. 

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