El local contaba con una decoración que se ha mantenido prácticamente inalterada hasta nuestros días, aunque hayan desaparecido la chimenea prusiana y el gran espejo bávaro que en los primeros años adornaban sus paredes.
Por entonces y recién inaugurada, se anunciaba de cara a la Semana Santa de aquel año, como lugar para degustar “bocadillos de pasta de salmón, langostinos, anchoas y sardinas”, todo bien acompañado con cerveza El Aguila.
Ya para la siguiente temporada de invierno la oferta se centraba en bocadillos de faisán, corzo, liebre, foie-gras, anchoas, jamón, salchichas de frankfurt y Choukrout, al tiempo que se destacaba el hecho de haber vendido en nueve meses 91.683 litros de cerveza.
En 1.924, Ramón González Peláez, asturiano que con muy pocos años había emigrado a Madrid para trabajar en distintos establecimientos del Paseo de La Florida, se hizo cargo de La Alemana, iniciando así el negocio familiar que tras dos generaciones siguen atendiendo este local referente de los locales clásicos de Madrid.
Bajo la batuta de Ramón, seguida después por sus hijos Pepe, Conchita y Ramón y nietos hasta nuestros días, la Cervecería ha pasado por muy distintos avatares y ha sido testigo del trasiego y las vivencias de muy diferentes personajes.
Famosos personajes instalaron aquí su lugar de reunión, literatos como Valle Inclán, Jardiel, los Paso, o Víctor de la Serna, gentes del teatro como María Guerrero, Rivelles y, especialmente del mundo taurino, pues no en vano el patriarca Ramón González fue un gran apasionado del mundo del toreo, protector y amigo de Cagancho, de Rafael El Gallo, Diego Puerta y de las sagas de los Bienvenida y, sobre todo, de los Dominguines, que hicieron de La Alemana su cuartel general.
Ava Gardner fue asidua del local durante los 15 años que vivió en Madrid, entre 1952 y 1967, atraída por su romance con Luis Miguel Dominguín.
En esos años cincuenta el autor y premio nobel estadounidense Ernest Hemingway, que había estado anteriormente en España en 1937 y 1938 como corresponsal durante la guerra civil, volvió a España, y especialmente a Madrid atraído, sobre todo, por las fiestas taurinas.
Por ello, como no podía ser menos, también fue parroquiano de La Alemana, uno de sus lugares favoritos para tomar el aperitivo sentado en la mesa del ventanal.
Así lo recuerda el propio Hemingway en un artículo que publicó en septiembre de 1.960 en la revista Life, como “un buen sitio para tomar cervezas y café”, y quien también compartió mesa y copas con “la mujer más bella del mundo” y Luis Miguel Dominguín.
Hoy en día, los descendientes de D. Ramón siguen empeñados en mantener la tradición de la cervecería como local de reunión y disfrute de cerveza, tapas y raciones.
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