María Antonia Rosalía de Gálvez y Ramírez nació en Málaga en torno a los años de 1768 y 1769. Fue entregada a la Casa de Expósitos de Ronda y recogida con posterioridad por Antonio de Gálvez, coronel del ejército, y Mariana Ramírez de Velasco, ambos oriundos Macharaviaya. Según parece, era hija natural de Antonio de Galvez.
Fue sobrina de José de Gálvez, ministro de Carlos III y prima de Bernardo de Gálvez, virrey de Nueva España y I conde de Gálvez.
En su certificado de adopción consta que en ese momento tenía dieciocho años y era vecina de Málaga. No se indica ni la fecha ni el lugar de nacimiento, solo que los Gálvez se hicieron cargo de su crianza y educación desde su infancia.
Contrajo matrimonio en Málaga con su primo el capitán José Cabrera Ramírez. Tras varios avatares, prisión de su esposo, separación y posterior reconciliación, el matrimonio se muda a Madrid quizá antes de 1790, pues ese año aparece citado su nombre varias veces en el Diario de Jovellanos. Su estancia en Madrid coincidió con la muerte de su amiga María Rita de Barrenechea a la que dedicó una elegía: La noche. Allí frecuenta los círculos intelectuales ilustrados y entabla amistad con Manuel José Quintana. Por su parte, su marido fue nombrado agregado de la legación de España en Estados Unidos. María Rosa permaneció en Madrid, donde mantuvo una presunta relación amorosa con el primer ministro de Carlos IV, Manuel Godoy, que le valió los desaires del sector profernandino e ironías sobre la protección que éste extendió sobre ella (auspició la edición de los tres volúmenes de sus Obras poéticas (1804) por orden del ministro Ceballos en la Imprenta Real sin los abonos correspondientes), lo que afectó al juicio de su obra tanto como su condición de mujer o de divorciada. Desarrolló una intensa actividad como escritora, volcada sobre todo en el teatro, el periodismo y la lírica. Colaboró así en Variedades de Ciencias, Literatura y Artes (1803-1805), la revista dirigida por Manuel José Quintana, así como en La Minerva o El Revisor General. Con grandes penurias económicas, falleció en Madrid a los 38 años, siendo enterrada en la iglesia de San Sebastián.
Algo había en ella de moderno e independiente que inquietaba vagamente a sus contemporáneos varones y no podían entender; fue atacada por consideraciones ajenas a su mérito literario intrínseco (su feminismo, su independencia, su conducta moral ajena entonces a los valores de la época, su relación con Manuel Godoy); la crítica actual ha puesto su obra en su justo, digno y merecido lugar.
Su producción dramática se halla dentro del Neoclasicismo de los siglos XVIII y XIX, aunque, ya se ven componentes románticos en su obra: la exaltación trágica, la pugna del yo con el nuevo entorno, la búsqueda de escenarios exóticos y lejanos (Oriente, la Antigüedad), el deseo de libertad y autonomía.
Sus circunstancias personales y sus planteamientos modernos le granjearon muchos enemigos. Proclamó orgullosamente ser la primera mujer española que se había dedicado al teatro, y defendió el cultivo de la originalidad en el mismo a despecho de quienes imitaban, traducían, adaptaban y refundían constantemente modelos extranjeros o tradicionales.
Su punto de vista es estrictamente femenino y aun feminista: la mujer, con todos sus sueños, deseos y frustraciones en un mundo dominado por el hombre.Las obras de Gálvez abogan por varios derechos específicos de la mujer: la necesidad de ayudar a la viuda ("Ali-Bek"); la opción para la esposa de separarse del marido que no cumple con sus responsabilidades de familia ("El egoísta"); el peligro del cortejo ("El egoísta"); el aspecto positivo del amor libre, fuera el sacramento del matrimonio ("Safo"); la crítica de la costumbre del serrallo ("Ali Bek"); el derecho de escoger marido ("El egoísta", "Los figurones literarios", "Safo", "Blanca de Rossi", "La delirante", "Un loco hace cien").
En cuanto a su poesía lírica, se la juzga de estilo claro y puro y de versificación fácil y fluida. La "Oda en elogio de la Marina española" y la titulada "Viaje al Teyde", tienen trozos de espontánea y fácil inspiración. También son destacables su "Descripción filosófica del Real Sitio de San Ildefonso", la poesía "La noche" y los versos sáficos "A Quintana".
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