viernes, 20 de marzo de 2020

Mujeres olvidadas. Olivia Sabuco

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   Olivia Sabuco nación en Alcaraz en el año de 1562.  Hija de Francisca Cózar y del bachiller Miguel Sabuco Álvarez, procurador y letrado, puede que boticario. 
     No existe ningún registro de que Oliva cursara estudios universitarios, bien pudo formarse en su casa, o beneficiarse de las tertulias ilustradas de Alcaraz, donde el gran humanista Pedro Simón Abril fue preceptor de gramática y retórica entre 1578 y 1583.
   La «Nueva Filosofía de la naturaleza del hombre, no conocida ni alcanzada de los grandes filósofos antiguos, la cual mejora la vida y salud humana. Compuesta por Oliva Sabuco» fue publicada en Madrid en 1587 precedida de una carta dedicatoria Al Rey Nuestro Señor, en que la autora se declara humilde sierva y vasalla, rogándole de rodillas al rey favorezca como caballero de alta prosapia a las mujeres en sus aventuras. El libro fue consignado casi dos años antes al largo proceso para autorizar la obra, componer su tipografía e imprimir el libro, siendo el privilegio del rey de julio de 1586.
Resultado de imagen de oliva sabuco    La mayor parte del libro se redactó en un castellano claro y conciso, y la menor en latín. Tanto la «Nueva Filosofía de la naturaleza del hombre»  como su la autora recibieron grandes elogios,  llegando a ser comparado con el de Miguel de Cervantes. Lope de Vega llamó a Oliva «la décima musa». La idea de la búsqueda de la felicidad y el cuidado de la salud basado en la buena conversación (eutrapelia), el disfrute de la música y la naturaleza, así como en el control y armonía de las pasiones y emociones, le ha devuelto a la obra actualidad e interés.
  Sobre esta obra  esta la sombra de la duda sobre su autoría, ya que  En el testamento de su padre, descubierto por el registrador José Marco Hidalgo en 1903, Miguel Sabuco Álvarez declara en 1588 ser el autor de la «Nueva Filosofía» donde pone por autora a Luisa de Oliva, su hija, «solo por darle el nombre e la honra», reservando el fruto y provecho que resultare de los dichos libros para sí, y mandando a su hija Luisa no se entrometa en el dicho privilegio, «so pena de maldición».
   Luisa no sería la única mujer en su época que, aún sin tener derecho a una educación formal, pudo beber de las mismas fuentes que el humanismo: ediciones de clásicos, gramáticas, perfectamente disponibles en cualquier biblioteca reunida durante el siglo XVI. Bastaría con las obras de Erasmo y Luis Vives, incluidas sus traducciones, para fundamentar la obra de Sabuco. La educación de las mujeres se realizaba en el hogar, no en una institución externa, a causa de los prejuicios patriarcales; pero podía ser tanto o más profunda que la de un varón, a juzgar por la dedicación de humanistas como Luis Vives, preceptores de princesas.
Resultado de imagen de oliva sabuco    El prejuicio contra la posibilidad de que Oliva Sabuco, en su ciudad natal (Alcaraz), pudiera formarse hasta el punto de emprender una obra de tal calibre (tal vez en colaboración con su maestros), se traduce en ventaja si consideramos las obligaciones de la vida cortesana.  En una época de persecución ideológica y delación religiosa también puede que el padre quisiera protegerla declarando el libro como propio. En cualquier caso, el misterio sobre la autoría añade interés a esta originalísima obra del humanismo renacentista español.
   Doña Oliva realizó su testamento el 13 de febrero de 1646, a la edad de 83 años, declarando estar enferma del cuerpo pero en su perfecto juicio y entendimiento. 

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