Cuenta la leyenda que un zar ruso y una princesa de un país del norte de Europa, fijaron su residencia en el Valle del Jerte, debido a problemas de salud del zar.
La princesa a pesar de la belleza de los ríos y montes, donde el color verde es el protagonista, añoraba el blanco de la nieve que cubre su tierra natal. Locamente enamorada del zar, sufría en silencio su tristeza.
El zar observó como los ojos de su amada se apagaban día a día, hasta que decidió hacerla feliz prometiéndola llevar la nieve al valle, aunque fuera por unos días.
Pensó y pensó en la forma de poder cumplir lo que había prometido, hasta que se le ocurrió una idea… Ordenó plantar miles de cerezos de Tornavacas a Plasencia, a sabiendas de que la flor del cerezo es blanca. Cuando llegó la primavera todos aquellos árboles florecieron y vistieron sus ramas de pétalos blancos.
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