martes, 22 de marzo de 2022

La Puerta de Alcalá

  

 El 9 de diciembre de 1759, procedente de Nápoles, entro en Madrid por la anterior Puerta de Alcalá, Carlos III. No debió ser de su gusto, ya que no tardo mucho tiempo en decidir derribarla para erigir una nueva. 

   Se presentaron tres candidatos con sus respectivos proyectos: José de Hermosilla,​ Ventura Rodríguez y  Francisco Sabatini. ​

  El arquitecto Ventura Rodríguez presentó a concurso cinco proyectos. ​ Sabatini presentó un proyecto de estilo neoclásico con acabados distintos en cada cara de la puerta, uno con pilastras y otro con columnas adosadas. El proyecto del ingeniero naval  Hermosilla partió como perdedor. 

   Finalmente Carlos III se inclinó por el proyecto de su protegido, Sabatini.    

  Días más tarde, el 27 de mayo de 1769, se inicia la contratación de las obras y servicios para la que será la "Nueva Puerta de Alcalá". Las bases que impuso Sabatini eran muy meticulosas y llegaban a precisiones como el tipo de material empleado, procedencia de canteras y calidades requeridas. Se requirió ladrillo de la rivera, la piedra blanca procedente de Colmenar de Oreja. El día 6 de junio se cerró la contratación en la Casa de la Villa. De las seis ofertas presentadas Sabatini se inclinó al final por la ofrecida por Santiago Feijoo y Cía, que fue capaz de hacer una rebaja de un ocho por ciento. Para el comienzo de la obra el Ayuntamiento de Madrid adelantó dinero.​ Las obras comenzaron a comienzos de 1770. 

   Se inauguró la puerta en 1778 como auténtica puerta y acceso de Madrid, ya que a ambos lados de ella seguía existiendo la cerca que delimitaba la ciudad por el este y que seguiría en pie hasta 1869, año en que se remodeló la plaza. Se convirtió en la entrada principal de la villa y en uno de los monumentos más representativos de su reinado, eje de las reformas que llevó a cabo en toda la zona este de la ciudad: Jardín Botánico, paseo del Prado, fuentes de Cibeles y Neptuno, entre otras.
   
  En la construcción de la puerta se emplearon dos tipos de piedra: sillería de piedra berroqueña para los elementos de sujeción estructural ​ y por otro lado los elementos decorativos y ornamentales se desarrollaron en piedra blanca procedente de las canteras de Colmenar de Oreja. Estos dos elementos constructivos son muy habituales en la arquitectura madrileña de la época de finales del siglo XVIII. Por otra parte la cubierta de los frontones consiste en planchas de plomo. La fachada exterior mira al este, mientras que la interior lo hace al oeste.   
La puerta desarrolla su arquitectura en tres cuerpos, los dos laterales a inferior altura que el central. Entre sus tres cuerpos se reparten cinco vanos en total: tres con arco de medio punto, con claves acabados en sus dovelas con mascarones con formas de cabezas de león (lado oeste o interior) y sátiros (lado este o exterior), y dos laterales con arcos adintelados decorados sobre ellos con sendos pares de tarjetones con relieves de cornucopias cruzadas (lado oeste o interior) y motivos florales en forma de guirnaldas (lado este o exterior). Estos vanos centrales ya disponían, a los pocos años de su construcción, de rejas que se cerraban al tráfico todos los días al atardecer.​ En la actualidad pueden observarse los bujes sobre los que se soportaba y giraba este enrejado. Los otros vanos exteriores están destinados al paso de peatones. 
 
 
La fachada exterior, aquella que mira hacia el este, presenta diez columnas de granito de Segovia adosadas. Todas ellas lisas y sin estrías. En la interior, la que mira hacia la ciudad, se sustituyen las seis exteriores por pilastras y solo dos pares junto al arco central siguen siendo columnas. Todas ellas se apoyan sobre un zócalo. Los capiteles son de orden jónico y sobre ellos se apoya una cornisa. Son del mismo diseño que hizo Miguel Ángel para la fábrica del Capitolio en Roma. Se hicieron traer los modelos en la época para adaptarlos al diseño de la puerta.
 
 Los artistas principales de las decoraciones son dos: el escultor español Francisco Gutiérrez (escudos y angelotes del exterior) y el francés Roberto Michel (leones, cornetas y demás decoraciones del interior).​ Michel estuvo afincado en Madrid al servicio de los Borbones durante cerca de cuarenta años y su apogeo coincide con el reinado carolino. Gutiérrez y Sabatini posiblemente fueran amigos desde su estancia anterior en Roma. Se trata de los dos escultores que trabajaron anteriormente en la Fuente de la Cibeles. Se sabe que la ornamentación comenzó a realizarse en los talleres de los respectivos talladores en el año 1773 y que en marzo de 1778, a pesar de haber acabado su labor, la mayoría de las piezas ornamentales se encontraban sin asentar en la cornisa de la Puerta.

   Sobre el vano central, en los áticos de ambas fachadas, figura en el frontón una inscripción en latín con el lema en tres líneas:




REGE CAROLO III

ANNO

MDCCLXXVIII

Sobre la inscripción exterior figura un escudo de armas real sostenido por la Fama (representada sin su característica trompeta) y el Genio en forma de niño. La trompeta era un atributo muy común en la fama, siendo un instrumento con el que se anuncia la magnificencia del rey. 

 El escudo era visible, por lo tanto a aquellos que entraban en la ciudad. El conjunto posee una similitud con el conjunto escultórico que corona el sepulcro de Fernando VI en las Salesas Reales.​ Se representan en el otro lado trofeos de guerra, pudiéndose observar armas antiguas entremezcladas con modernas. A pie de calle se puede observar penachos de cascos o morriones, las banderolas y estandartes desordenados que se suponen corresponden a un enemigo ya vencido. Estas representaciones alegóricas vienen a indicar el poder absoluto del rey entrante: Carlos III.
      

En la fachada interior, sobre los arcos laterales, figuran las cuatro virtudes cardinales representadas en cuerpos de niños: Prudencia, Justicia, Templanza y Fortaleza. Se creyó durante algún tiempo que las figuras correspondían a amorcillos, debido en parte a que estas Virtudes Cardinales se habían representado anteriormente con figuras femeninas.​ Los niños habían sido empleados habitualmente como elementos decorativos del barroco. Estas representaciones alegóricas hacen referencia a las virtudes destacables en Carlos III. Todos estos motivos ornamentales fueron tallados en piedra caliza de Colmenar, como las cornucopias, por el abulense Francisco Gutiérrez Arribas y su estilo más barroco contrasta con el estilo neoclásico de la puerta.

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