La calle de Embajadores nace en la plaza de Cascorro y, tras sucesivos diseños urbanísticos a lo largo de cuatro siglos, finaliza en la carretera de Villaverde a Vallecas.
Embajadores aparece ya en los planos de Texeira (1656) y Espinosa (1769), con «antecedentes de construcciones particulares desde 1664», y noticia de la urbanización de la calle a las afueras del Portillo de Embajadores «a partir de 1783». El nombre responde a una tradición más antigua según la cual un brote de peste en el Madrid de Juan II de Castilla obligó a instalar a los embajadores de las cortes extranjeras en las casas de campo y alquerías que había en los descampados que se abrían al sur de la Villa, para así evitar contagios. La ensenada que sirvió de punto de reunión y refugio a dichos embajadores quedó como nombre popular del lugar, dando luego denominación a la nueva calle.
Convertida en una de las calles más largas del Madrid tras los últimos trazados urbanos, su recorrido se presenta en tres tramos bien diferenciados:
Tramo histórico
Nacida en lo que fuera el comentado campo de Embajadores, se extendió primero hasta el portillo de Embajadores, donde terminaba la antigua calle, y luego por el paseo de Embajadores hacia el río.
Edificio del número 26 que fue propiedad del arquitecto Pedro de Ribera y en el que tuvo su residencia.
Otro atractivo edificio es el Teatro Pavón inaugurado en 1925 en el n.º 9, muy cerca del arranque de la calle en la plaza de Cascorro, pequeña joya recuperada que el «art déco» dejó en Madrid totalmente recuperada en 2002. Continuando la calle, en el número 26, está el edificio que fue propiedad y residencia del arquitecto Pedro de Ribera, frente a la iglesia de san Cayetano, de la que fue su último artífice.
Bordeando el barrio de Lavapies pasa la vetusta calle de Embajadores ante el Mercado de San Fernando, abierto en 1944. Ya cercano a la glorieta de Embajadores se encuentra en el número 53 el edificio de la Real Fábrica de Tabacos, una de las obras públicas que se llevaron a cabo bajo el reinado de Carlos III, construida entre 1781 y 1792 .
Embocada también en la plaza, al otro lado de la calle, junto al Casino de la Reina, estuvo el Instituto de Veterinaria, institución inaugurada en 1793, y que en 1960 dejó su espacio al Instituto de Bachillerato Cervantes. La glorieta puede considerarse final del tramo histórico de la calle.
Tramo moderno
A partir de 1868, año el derribo del portillo de Embajadores dejó paso franco a la ya inevitable y necesaria expansión de Madrid. La estrecha calle se convirtió en un Paseo de Embajadores siguiendo las modas del urbanismo europeo de la época y dando acceso al futuro barrio de las Peñuelas.
En la parte moderna de la glorieta se instaló entre 1920 y 1930 la Casa de Baños de la Glorieta de Embajadores, cerrada en 1989 e inaugurada en un edificio totalmente nuevo tras su demolición en 2001.
El paseo de Embajadores prolongó la calle en línea recta. En su recorrido, quizá el edificio más notable fue el antiguo Laboratorio Central de Medicamentos, que albergó entre 1928 y 2015 el Museo de la Farmacia Militar. La calle desciende hacia el río Manzanares conservando viviendas de comienzos de siglo xx, llamada por su tono "de estilo Salmón". A finales de ese siglo se realizó un paso subterráneo que conectaba el tráfico de la calle con la M-30.
Tramo final
Dejando a un costado la plaza de Legazpi y coincidiendo en un breve trecho con la Avenida del Planetario, la calle continúa buscando el río y cruzándolo en el conjunto circulatorio del nudo Sur, bordeando luego el Parque del Manzanares por el viejo Camino de Entrevías, junto a la Autovía de Andalucía, y tras un pequeño regate, desembocar por debajo del barrio de Entrevías en la carretera de Villaverde a Vallecas, no muy lejos de la Caja Mágica.
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