El palacio de la condesa de Adanero se sitúa en
el inicio de la calle de Santa Engracia Su solar formaba parte de los terrenos de la
Real Fábrica de Tapices de Santa Bárbara, hasta que en 1889, fueron comprados por
Manuel González-Longoria, José Marañón y José
García de Castro, dividiéndose en siete solares
edificables, de los cuales uno fue adquirido en
1910 por la condesa viuda de Adanero, Josefa
Fernández Durán y Caballero.
La condesa encargó el diseño de su nueva
residencia a Joaquín Saldaña, el arquitecto
favorito de la aristocracia madrileña en esos
momentos.Las obras fueron ejecutadas
por Mariano Carderera, siguiendo los planos de
Saldaña sin apenas modificarlos.
Las obras comenzaron en 1911, concluyéndose en
1913, dando como resultado uno de los mejores
diseños de Saldaña y uno de los palacios mejor
conservados de la ciudad.
El edificio presenta una tipología
de hotel exento con jardín, con una compleja
distribución interior, ya que cuenta con un
semisótano, tres plantas, ático y dos entreplantas
camufladas, ocupados por la residencia principal
de la condesa, así como por dos viviendas dúplex
para dos de sus cuatro hijos.
En el semisótano se localizaba la vivienda del
portero, los dormitorios y el comedor de los
criados, las cocinas, bodega, despensa, sala de
costura, planchador y lavadero para el servicio
de la condesa, además de la carbonera, caldera y
maquinaria del ascensor de todo el edificio.
La planta baja albergaba la zona de
representación con la escalera principal, el
gabinete, el salón, el fumoir, el comedor con
serre, a modo de mirador, el oratorio y la
habitación de invitados. En la primera planta se
situaban las habitaciones privadas de la condesa,
con dos entresuelos para las habitaciones de su
servicio y una oficina con archivo.
En la segunda planta, la altura de los altos
techos se reduce dos metros, entrándose en
las viviendas ocupadas por sus hijos, con una
superficie y número de piezas similar, y la
típica distribución de las casas de renta de la
alta burguesía: antesala, secuencia de salón,
despacho, gabinete y comedor.
Los alzados de las tres fachadas exteriores no
evidencia esta complejidad de niveles, buscando
el equilibrio y una gran homogeneidad. De
este modo, podemos encontrar en ellas huecos
diferentes en su tratamiento exterior para
iluminar una misma estancia, y a la inversa.
Saldaña recurre al copioso repertorio francés
de los denominados «estilos luises» con el
uso de pilastras cajeadas, orejetas, cadenetas,
frontones curvos y la mansarda ligeramente
retranqueada.
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