viernes, 7 de febrero de 2025

Teatro. Natacha. Luisa Carnés

 







Natacha

Luisa Carnés


  
 Podemos afirmar que Luisa Carnés se ha vuelto a convertir en una de las escritoras más interesantes del S.XX español. No es que dejara de serlo, pero ha sido necesario tener acceso a las reediciones de sus obras y leer con objetividad algunas de sus novelas para que nos demos cuenta de su calidad literaria y de una emocionante perspectiva social que, casi un siglo después, nos sigue fascinando.
   
  Tras el éxito de Tea Rooms, Laila Ripoll vuelve a la obra de Luisa Carnés, esta vez a partir de Natacha, su primera novela -editada en 1930-, para sumergirnos en el complejo ambiente de las mujeres obreras de un taller textil. Con un argumento extraordinario, Natacha cuenta los intentos de la protagonista de sobrevivir en un contexto deshumanizado y cruel en el que cualquier perspectiva de futuro es una utopía.

 

Nota de la directora

Luisa Carnés comienza a escribir Natacha, su primera novela, con veintitrés años. La publica en 1930 y con ella se convierte, a ojos de la crítica, en “la mejor novelista joven, el nombre femenino de más vigor y mayor contenido” (1)

Luisa Carnés conocía muy bien de lo que hablaba en esta novela, ya que ella misma había sido niña obrera, adolescente obrera y mujer obrera. Nacida en una familia humilde y numerosa, a los once años se ve obligada a dejar la escuela y comienza a trabajar en un taller doméstico dedicado a la confección de sombreros, donde permanece durante más de diez años. Durante todo ese tiempo, y robándole horas al sueño, se convierte en una lectora voraz y en una escritora precoz. Como más adelante haría con Tea Rooms, en la que refleja su paso como empleada en un conocido salón de té, y profundamente influenciada por sus lecturas de novelistas rusos, especialmente Tolstoi y Dostoyevski, Carnés convierte en esta novela su propia experiencia en literatura. “Aquellos años de penoso aprendizaje dejaron en mí una huella de amargura que se revela en mi novela Natacha”, declararía más adelante, y añadiría refiriéndose a sus años en el taller: “No comprendía entonces por qué una adolescencia puede ser tan amarga, ni unos pensamientos juveniles, viejos. No pensé que pudiera existir una vida diferente a la nuestra: la tina llena de ropa de gentes extrañas, aquel trozo de cielo y el pequeño tejado.”.

  Carnés debió de otorgar una importancia capital a esta primera novela, ya que durante más de quince años adopta el nombre de su protagonista, Natalia Valle, como seudónimo a la hora de firmar sus obras, primero en España y más tarde en su exilio mexicano.
  Y es que través de Natalia, la protagonista de Natacha, Carnés nos habla de las condiciones que soportan las mujeres trabajadoras, de las extenuantes jornadas, del miedo a ser despedida, del acoso, de la explotación, de la desigualdad, de la ausencia de horizontes, de la enfermedad, del tedio, del matrimonio, de la prostitución, del sexo, del amor y de la muerte. Natacha, combinando la novela social con el folletín, se introduce en la cabeza de la protagonista y nos plantea el mundo desde su perspectiva, una perspectiva femenina y obrera que aún hoy en día resulta totalmente novedosa y conmovedora.
   
  Después de la experiencia de Tea Rooms, volver a Carnés con el mismo equipo artístico resulta un premio. Retroceder en el tiempo y sumergirse en el universo de esta primera novela, en esta etapa de formación literaria y artística, está siendo emocionante. Agradezco, por tanto, a Eduardo Vasco su afán por recuperar a Luisa y su apuesta y su visión al intuir que esa Natalia hosca y llena de amargura acabará convirtiéndose en la inteligente, humanitaria y, sobre todo, digna Matilde de Tea Rooms y que sus compañeras de taller se transformarán en todas las mujeres que comparten el salón de té, tanto en lo malo como en lo bueno.

(1) Revista Alrededor del mundo. Madrid, 10 de mayo de 1930. Citado por Antonio Plaza en la introducción a la reedición de 2019 por la editorial Renacimiento.

Laila Ripoll

Ficha artística
Adaptación y dirección: Laila Ripoll
Reparto:
Natacha: Natalia Huarte
Gabriel Vergara: Jon Olivares
Madre/Doña Ada: Pepa Pedroche
Don César: Fernando Soto
Ezequiela/Salud/Pilara: Isabel Ayúcar
Almudena/Elenita: Andrea Real​​
Escenografía: Arturo Martín Burgos
Vestuario: Almudena Rodríguez Huertas
Iluminación: Paco Ariza
Espacio sonoro: Mariano Marín
Videoescena: Emilio Valenzuela
Caracterización: Paula Vegas
Ayudante de dirección: Héctor del Saz
Ayudante de escenografía: Laura Ordás
Ayudante de vestuario: Deborah Macías
Ayudante de iluminación: Carla Belvis
Residente de ayudantía de dirección: Inés Gasset
Asistente artístico: Paul Alcaide 

Una producción del Teatro Español


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