El palacio del marqués de Fontalba, situado en el
paseo de la Castellana, se levanta en una parcela
perteneciente a la antigua Huerta de Loinaz.
Su diseño fue encargado en 1911 al arquitecto José María Mendoza Ussía, convirtiéndose en ejemplo representativo de las residencias de la nobleza burguesa de la restauración Alfonsina, y recibiendo en 1912 el premio del Ayuntamiento de Madrid a la mejor casa construida.
En origen, el palacio estuvo totalmente exento,
rodeado por un amplio y ornamentado jardín;
más tarde su frente posterior se ocupó con un
edificio de cuatro alturas destinado a viviendas
de alquiler.
El palacio tiene planta rectangular, de 985
metros cuadrados de superficie, y tres plantas
más semisótano, organizadas alrededor
del majestuoso
«gran hall» o patio cubierto
de la planta principal. En el semisótano se
encontraban la cocina, la bodega, la despensa
y el depósito de carbón.
Las habitaciones del primer piso estaban
destinadas a dormitorios de los propietarios y
huéspedes, baños y tocadores. Por último, en la
planta bajo cubierta se hallaban los dormitorios
de los criados.
El acceso al palacio se realizaba a
través de su fachada principal, orientada hacia
el paseo de la Castellana, y organizada en tres
cuerpos rematados por una balaustrada entre
pedestales y con un gran escudo en el eje central.
Siete años después del fallecimiento en 1937 de Francisco de Cubas y Erice, II marqués de Fontalba y I duque de Cubas, el Ministerio del Ejército compró el palacio para utilizarlo como sede del Consejo Supremo de Justicia Militar. Después de más de cuatro décadas, durante las cuales se respetaron sus valores primigenios, pasó a ocupar el inmueble, en 1991, la Fiscalía General del Estado, siendo rehabilitado en 1997 y nuevamente en 2006.

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