Se trataba de una edificación de gran magnitud, ya que ocupaba toda una manzana, llegando hasta la Calle de San Bernardo, que era el eje en torno al cual se agrupaban las residencias aristocráticas de aquella época, hasta que en el siglo posterior fuera sustituido por la Castellana. Además de a las mencionadas San Bernardo y Flor Alta tenía fachada a las calles de Libreros y Marqués de Leganés. La construcción no se inició hasta 1788, pero en los festejos de la coronación de Carlos IV en septiembre del año siguiente, le fue mostrada a éste una representación de como quedaría el edificio una vez concluidas las obras, y ante la magnificencia de lo que contempló temió que pudiera llegar a hacer sombra a su propio palacio, situado además a una distancia no muy grande. Esto hizo que empezara a ponerle trabas, con el resultado de que, finalmente, del proyecto original tan sólo se construyera una de las crujías, con una superficie total de 1344 metros cuadrados.
En 1887 el arquitecto Mariano Belmás dirigió unas obras que se acometieron para homogeneizar estéticamente el edificio, sobre todo una parte importante de la fachada que había quedado inacabada. Ya en el siglo XX su interior fue compartimentado para acoger un uso de oficinas, hasta que más adelante fue cerrado, permaneciendo así durante más de una década, sufriendo un grave deterioro. Finalmente, tras una compleja rehabilitación, dirigida por Gabriel Allende Gil de Biedma, alberga, desde octubre de 2005, la sede madrileña del Istituto Europeo di Design.
 



 
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