Hace cuatro años, un día 30 como hoy, me liberaron de los grilletes y cadenas laborales que desde los quince años me habían acompañado, unas veces con más esfuerzo que otras.
Ha sido tanto tiempo y tan íntima nuestra relación que en los primeros días de libertad se me elevaban los brazos solos, al no tener que soportar tanto lastre; andaba muy despacio sin separar muchos los pies para no tensar la cadena y troperzar.
Ha sido tanto tiempo y tan íntima nuestra relación que en los primeros días de libertad se me elevaban los brazos solos, al no tener que soportar tanto lastre; andaba muy despacio sin separar muchos los pies para no tensar la cadena y troperzar.
Fueron días amargos esos primeros, buscaba a mis compañeros esclavos y no los encontraba. Tantos años agarrados al mismo remo y, de repente, ni remo, ni argollas, ni cadenas, ni barco.
Pero la vida se hace camino y poco a poco empecé a sentir el privilegio que me habían otorgado, posiblemente sin querer que lo fuera.
Ahora los años de esclavitud, sacrificios, lucha, entrega, preparación, desvelos y sueños se pierden entre la niebla espesa de un mal sueño, del que solo se salvan las personas con las que pasé tantas y tantas cosas. Fueron momentos impagables que jamás olvidare y que siempre llevaré en el corazón.
Hoy, día del cuarto aniversario de mi puesta en libertad, quiero dar gracias a la vida por ofrecerme la oportunidad de ser libre y disfrutarlo.
Hoy, día del cuarto aniversario de mi puesta en libertad, quiero dar gracias a la vida por ofrecerme la oportunidad de ser libre y disfrutarlo.
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