Una enorme escultura de la diosa Diana acompañada de cinco perros, se eleva sobre el número 31 de la Gran Vía madrileña.
La diosa apunta con su arco al Ave fénix que se encuentra al otro lado de la calle.
El grupo escultorico es obra de Natividad Sánchez (Jaen 1960), una arquitecta y escultora a la que, a finales del 2014, unos empresarios mejicanos la pidieron bocetos de una imagen femenina para coronar su hotel, similar a la fuente de Diana Cazadora ubicada en México DF.
El grupo escultorico es obra de Natividad Sánchez (Jaen 1960), una arquitecta y escultora a la que, a finales del 2014, unos empresarios mejicanos la pidieron bocetos de una imagen femenina para coronar su hotel, similar a la fuente de Diana Cazadora ubicada en México DF.
Todo en este proyecto ha sido muy femenino, desde la diosa hasta las personas que trabajaron en él, un grupo de entonces cuatro estudiantes de la Escuela de Palma, lideradas por Natividad
La idea se inició con una estatuilla de 50 centímetros y que fue creciendo hasta llegar a un grupo escultórico de seis piezas.
Los modelos para este grupo escultórico fueron un perro braco americano llamado Checo y una de las hijas de Natividad, que prestó su rostro a la nueva diosa de la caza madrileña.
La Diana Cazadora subió a lo alto de la Gran Vía y fue el momento de mayor tensión del proyecto: había que elevar una escultura de 5 metros y 900 kilos de peso y fijarla contra viento y marea.
La escultura, que estaba tapada con mantas, se descubrió en abril y desde entonces llama la atención de muchos de los que por allí pasan.
Dentro del proyecto escultórico de la Diana Cazadora se desarrolló una nueva historia mitológica, que Natividad y su equipo desarrollaron para justificar que su creación estuviera apuntando a la escultura de la Unión y el Fénix que corona el edificio del Primark, justo enfrente.
“Ella es una Diana femenina y enamorada”, explica antes de detallar que, en su imaginación, intenta clavar una flecha al fénix que lleva en su lomo a Endimión, un joven pastor que ella visitaba a escondidas cada noche, al bajar de la Luna. Su amor prohibido -Diana debía ser casta- llegó hasta oídos de su padre, Zeus, quien envió al ave fénix para que secuestrara a Endimión y lo mantuviese oculto durante toda la eternidad.Pero el fénix necesita regenerarse una vez cada 400 años, y ese día es el que ha de aprovechar Diana -acompañada de sus fieles perros- para dar muerte al ave con su arco y recuperar así a su amado para toda la eternidad. La estatua de Gran Vía capta justo ese momento, el del lanzamiento de la flecha con el que salvará -¿o no?- a Endimión.
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