Tras la muerte de Carlos III en 1788, su hijo y sucesor, Carlos IV, abandonó El Pardo en 1792. Los aposentos fueron desamueblados y la mayoría de objetos trasladados al Palacio de los Borbones de El Escorial.
Aunque Carlos IV apenas volvió a utilizar el palacio de El Pardo, sí que fue el responsable de encargar a Juan de Villanueva la restauración, de 1806 a 1809, de la Capilla Real y la Casa de Oficios, dañados por un incendio.
Fernando VII volvió a amueblar el palacio, con muebles ya de clara inspiración Imperio. Fue el último monarca que lo habitó regularmente y a él también se debe la sistematización del jardín y la construcción del pequeño puente que une los aposentos reales alrededor del Patio de los Austrias con la Capilla Real.
Durante el reinado de Isabel II, dado el poco interés de la reina por la caza, El Pardo fue frecuentado más por su consorte, Francisco de Asís, que por ella misma.
A Alfonso XII, El Pardo, le gustaba mucho, volviendo a convertirse en un lugar frecuentado, especialmente como retiro, dada su tranquilidad y su cercanía a Madrid. El monarca pasó, en el palacio, la luna de miel con su primera esposa María de las Mercedes, en 1878. Asimismo, también en este palacio se firmaron las capitulaciones de boda entre el rey y su segunda esposa, la archiduquesa María Cristina de Habsburgo, el 28 de noviembre de 1879.
Después de más de diez años de reinado, Alfonso XII, aquejado de tuberculosis, se retiró a El Pardo a finales de 1885, esperando una mejora de su salud. Fallecería, sin embargo, el 25 de noviembre del mismo año, en la misma habitación que había servido de dormitorio a los futuros Carlos IV y María Luisa de Parma. En 1898, su viuda, la reina regente María Cristina, ordenó convertir la habitación mortuoria en oratorio.
En 1906, del mismo modo que había hecho su antecesora, la futura reina Victoria Eugenia de Battenberg se alojó en el palacio justo antes de su boda con Alfonso XIII. Llegó el 25 de mayo a la estación de El Plantío.
Tras la caída del Imperio austrohúngaro y el repentino fallecimiento del emperador Carlos I en Madeira en abril de 1922, el rey Alfonso XIII ofreció el palacio de El Pardo como residencia a su viuda, la emperatriz Zita, y a sus ocho hijos. La emperatriz y su familia habitaron en el palacio pocas semanas, antes de trasladarse, en agosto, a la localidad vasca de Lequeitio.
Después de la proclamación de la República en abril de 1931, El Pardo, como los otros Reales Sitios, fue precintado. Poco después fue incorporado al nuevamente creado Patrimonio de la República y destinado a ser una de las residencias del presidente de la República y de jefes de estado extranjeros de visita. Manuel Azaña, segundo presidente de la República, disfrutó especialmente de las estancias en El Pardo, aunque no en el palacio sino en la cercana Quinta del Duque del Arco. Allí precisamente le sorprendió el golpe de estado de julio de 1936. Tras el estallido de la Guerra civil española, el palacio albergó instalaciones militares, siendo el cuartel general de la 5.ª División del Ejército republicano.
Una vez acabada la guerra, el edificio fue objeto de una serie de obras para habilitarlo como residencia del dictador, Francisco Franco. Se instaló en las antiguas antecámaras del Príncipe de Asturias (Carlos IV) alrededor del Patio de los Borbones; asimismo, el comedor de Carlos III se convirtió en despacho oficial y la capilla mortuoria de Alfonso XII en capilla familiar. Entre otras obras realizadas, destacó la habilitación de un acuartelamiento para la Guardia mora que hacía las funciones de escolta. En el antiguo teatro de corte de Carlos III, transformado en sala de cine, Franco se hacía proyectar las películas del momento.
Durante este periodo (1939-1975), el palacio fue el centro de la mayoría de las grandes decisiones políticas españolas, y por metonimia El Pardo pasó a designar la Jefatura del Estado. En El Pardo, Franco trabajaba, celebraba los consejos de ministros y las audiencias, y recibía a los jefes de Estado y autoridades.
En 1980, se iniciaron las obras para transformarlo en residencia oficial de los jefes de Estado extranjeros que realizan visitas de Estado u oficiales a España. Las obras terminaron dos años después y en noviembre de 1982 el palacio fue abierto nuevamente a los visitantes. Los primeros inquilinos del palacio fueron los reyes Carlos XVI Gustavo y Silvia de Suecia en marzo de 1983. Durante dicha intervención, el Patio de los Borbones fue cubierto con un techo de hierro y cristal, los otros dos patios del palacio, el Patio Central y el Patio de los Austrias, fueron cubiertos en 2001-2002.
Además de su función museística y protocolaria, la celebración de actos oficiales y sociales por parte de la familia real española es otro de sus usos actuales. En 2004, siguiendo la estela de sus predecesores, el palacio sirvió de escenario para varias ceremonias previas a la boda del príncipe Felipe y Letizia Ortiz, como fueron la petición de mano (noviembre de 2003) o la cena de gala anterior al enlace (abril de 2004).3940 Asimismo, en junio de 2014, el rey Felipe VI y la reina Letizia celebraron en El Pardo su primera recepción después de su ascenso al trono.
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