martes, 18 de octubre de 2022

Madrileños célebres. Francisco Asenjo Barbieri

 

 Francisco Asenjo Barbieri nacio en Madrid el 3 de agosto de 1823. Su infancia transcurrió entre las paredes del Teatro de la Cruz, donde su abuelo materno había ejercido de alcaide. Era descrito como un niño de fuerte personalidad, hasta el punto de que su abuelo decidió internarlo en el convento de los trinitarios de Santa Cruz de la Zarza (Toledo).​ Allí estudió latín, retórica, poética, y fue donde se gestó la base del escritor, crítico, bibliófilo, dominador de latines y de literatura española, de lo que hizo gala durante el resto de su vida.   

  Más tarde ingresó en el Conservatorio de Madrid donde estudió con Pedro Albéniz (piano), Baltasar Saldoni (canto), Pedro Broca (clarinete) y Ramón Carnicer i Batlle (composición).

   Fue clarinete en una banda de la Milicia Nacional, y se vinculó a una compañía de ópera italiana, para la que escribió la ópera Il Buontempone, pero el fracaso económico de la compañía le impidió estrenar; ejerció de crítico y fue apuntador del teatro del Real Palacio, cuya efímera existencia le impidió prosperar. Fundó una revista de música, La España musical, donde surgió su interés por la naciente ciencia de la musicología, de la que fue, junto con Felipe Pedrell, el primer representante en España. 

  Participó en las polémicas sobre la «ópera nacional», tan en boga en la década de 1840, y finalmente se sumó a las iniciativas de teatro musical en castellano que desembocarían en el espectacular renacimiento de la zarzuela, fundando con Gaztambide, Ynzenga, Hernando y Oudrid la Sociedad Artística, que consolidó el género. En octubre de 1856, tras la incorporación de Emilio Arrieta a la entidad, se creó el Teatro de la Zarzuela de Madrid, en la calle de Jovellanos.

   Durante estos años de dedicación teatral escribió más de setenta zarzuelas. Entre los títulos sobresalen: Gloria y Peluca (1850), Jugar con fuego (1851), Todos son raptos (1851), El marqués de Caravaca (1853), Los diamantes de la corona (1854), El sargento Federico (junto con Gaztambide, 1855), Mis dos mujeres (1855), El diablo en el poder (1856), Un tesoro escondido (1861), Pan y toros (1864), El barberillo de Lavapiés (1874) y El señor Luis el tumbón (1891). 

 También cultivó Barbieri otros géneros musicales. En 1884 puso música al himno Visca la pau, con texto del poeta catalán Apeles Mestres, y el motete Versa est Luctum.

   Barbieri escribió multitud de artículos y reunió un importante archivo de documentación musical que ha sido publicado por la Sociedad de Autores en años recientes. Redactó el importante prólogo de la Crónica de la ópera italiana en Madrid, de Luis Carmena y Millán (1878), donde puso las bases de la historia del género italiano en Madrid. Publicó, entre otros documentos musicales de primer orden, El cancionero de Palacio; investigó y reconstruyó parte de la biografía de Antonio Eximeno, el más importante musicólogo español, de quien editó su novela satírica y musicológica Don Lazarillo Vizcardi. Por lo demás, fue académico de Bellas Artes al crearse la Sección de Música en esta institución; más tarde fue miembro de la Real Academia Española. Hasta el fin de su vida polemizó en defensa de una formación musical más específicamente española en los conservatorios, y en especial en el Madrid. 

También destaca como curiosidad su afán por dominar el arte de la zanfoña y el elevado número de piezas que escribió para este instrumento. Además, por último, cabe destacar su gusto por el motete.

   Fallecio en Madrid el 19 de febrero de 1894,  Barbieri es honrado como el creador de un teatro musical característicamente español.

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