Estatua dedicada a Fray Gabriel Téllez, más conocido como Tirso de Molina. Realizada por el escultor Rafael Vela del Castillo, e inaugurada en 1943, está situada sobre el solar del antiguo convento de Nuestra Señora de la Merced, fundado por Fray Gaspar de Torres en 1564.
La Plaza del Progreso era desde finales del siglo XIX un homenaje de la ciudad de Madrid a la España liberal y progresista. El lugar, que entonces estaba lleno de árboles y bancos, tenía el aspecto de un clásico jardín romántico y estaba decorado (como no podía ser de otra forma) con una estatua de Juan Álvarez Mendizábal, posiblemente el político más famoso de su época gracias a la desamortización eclesiástica que llevaba su nombre y que permitió al estado quedarse con numerosas propiedades de la Iglesia.

Interesante vista de la plaza del Progreso a principios del siglo XX, el lugar tenia el aspecto de un parque natural / Imagen de Papelandia
Para el franquismo aquella época liberal era funesta y representaba la peor versión de la política española, decadente y anticlerical, contraria a lo que consideraban la esencia de la nación. Además la Segunda República había ensalzado conceptos como “Progreso” y a políticos como Mendizába,l de manera que la plaza tenia los días contados.
En 1939 las nuevas autoridades franquistas cambiaron el nombre de la Plaza del Progreso por la de Tirso de Molina, seudónimo del escritor eclesiástico Fray Gabriel Téllez Girón, quien durante el siglo XVII había residido en un convento (ya desaparecido) que se hallaba en esa misma plaza.

Dibujo de la estatua de Mendizábal de 1869. Fue fundida y el pedestal reutilizado en el monumento a Tirso de Molina / Imagen de Colmillos
La estatua de Mendizábal datada de 1869 fue fundida y reutilizada en el monumento a Felipe III dañado durante la Guerra Civil, mientras que el pedestal fue reutilizado para la colocación de la estatua de Tirso de Molina, estatua realizada en 1943 por Rafael Vela del Castillo.
Sorprende que el franquismo eligiera al madrileño y clérigo Tirso de Molina, uno de los mejores escritores del famoso Siglo de Oro español, y es que era cualquier cosa menos conservador. A lo largo de su trayectoria se haría muy famoso por sus escandalosas comedias profanas que lo enfrentaron al Conde Duque de Olivares y que le llevaron al destierro en varias ocasiones.
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