-¿Dónde te metes?, ¡Me cago en el hormigón bendito! ¡Será posible!
Sí, sí... ¡Síiii! ¿Quién es?
Sí, sí... ¡Síiii! ¿Quién es?
-¿Quién va ser? ¿Que conectas por telepatía con muchos seres? ¡1808! ¡La hormiga!
-Perdona, 1808, es que estaba con los cascos puestos.
-¿Con los cascos? ¡Increíble! ¿Tú también? ¡Por Hormigón!
-Sí, con los cascos. ¿Pasa algo?
-¡Hombre de Hormigón! Perdón, ¡hombre de Dios! Libera tus oídos y escucha la naturaleza. ¿No ves que cuando quieras oír algo importante vas a tener atrofiado el oído? ¡Puf, puf!
-Tienes muy mal genio, ¿lo sabes?
-Pues claro que lo sé. Tengo muy mal genio y peor se me pone cuando veo actitudes tontas y sin sentido
- ¡Toma ya! Eres la leche, 1808.
-Sí, sí. Al grano, que el tiempo es oro.
-¿Dónde vas con tanta prisa y con esas pintas?
- ¿¡Dónde voy a ir!? ¡Voy a invernar! Y sobre las pintas, ¿acaso te digo yo algo sobre todo el ropaje que lleváis vosotros y lo que parecéis?
¿No te parece elegante mi abrigo de piel de maíz?
-Sí, sí, claro que sí.
-Pues que sepas que es un Roberto Hormigo.
-Ya lo veo.
-Tú no ves na de na, Zapatones. Tienes la cabeza llena de ruido y no te furulan las neuronas.
-¿Neuronas? ¿Qué sabes tu de neuronas? ¿Las hormigas tenéis neuronas acaso?
-Zapatones, eres más simple e ignorante de lo que podía imaginar. Cada día que hablo contigo te superas. No sé cómo me caes bien. Eres la buena acción de cada día.
-Gracias, 1808, eres muy amable.
- Todo los seres vivos tienen neuronas, eso lo sabe hasta mi hormiguita más pequeña.
- Vaya, pues yo no lo sabía.
- Bueno tío, a lo que íbamos: que me voy de invernada y me vengo a despedir.
- Pues que te vaya bien, descansa y ya hablaremos por el facehormiga.
- Igualmente. Y a ver si cuando te vuelva a ver habéis salido del lío que os tienen montado esos indocumentados de políticos.
-No sé yo... Un abracito, 1808.
- Un abrazote, Zapatones.
- ¡Toma ya! Eres la leche, 1808.
-Sí, sí. Al grano, que el tiempo es oro.
-¿Dónde vas con tanta prisa y con esas pintas?
- ¿¡Dónde voy a ir!? ¡Voy a invernar! Y sobre las pintas, ¿acaso te digo yo algo sobre todo el ropaje que lleváis vosotros y lo que parecéis?
¿No te parece elegante mi abrigo de piel de maíz?
-Sí, sí, claro que sí.
-Pues que sepas que es un Roberto Hormigo.
-Ya lo veo.
-Tú no ves na de na, Zapatones. Tienes la cabeza llena de ruido y no te furulan las neuronas.
-¿Neuronas? ¿Qué sabes tu de neuronas? ¿Las hormigas tenéis neuronas acaso?
-Zapatones, eres más simple e ignorante de lo que podía imaginar. Cada día que hablo contigo te superas. No sé cómo me caes bien. Eres la buena acción de cada día.
-Gracias, 1808, eres muy amable.
- Todo los seres vivos tienen neuronas, eso lo sabe hasta mi hormiguita más pequeña.
- Vaya, pues yo no lo sabía.
- Bueno tío, a lo que íbamos: que me voy de invernada y me vengo a despedir.
- Pues que te vaya bien, descansa y ya hablaremos por el facehormiga.
- Igualmente. Y a ver si cuando te vuelva a ver habéis salido del lío que os tienen montado esos indocumentados de políticos.
-No sé yo... Un abracito, 1808.
- Un abrazote, Zapatones.
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