Estatuas de Madrid. Monumento a Miguel Hernandez
Monumento dedicado al gran poeta de Orihuela, esta situado en el Paseo Ruperto Chapí del Parque del Oeste. Está considerado el primero de los muchos que se erigieron por España en su recuerdo después de la dictadura.
Es el monumento artístico moderno más espectacular y bello de Madrid, aún desconocido para mucha gente.
En la primavera de 1980, la junta directiva de la Asociación de ExPresos y Represaliados Políticos acogió la idea de una de sus miembros, Ángeles García-Madrid, y de Enrique Domínguez, un joven arquitecto admirador de la obra de Miguel Hernández, de promover un monumento "el primero que se le dedicase en el mundo" al poeta.
La asociación se lanzó a la tarea de hacer realidad el proyecto mediante la suscripción popular. Se organizaron numerosos actos, recitales y festivales y se vendieron bonos. El más importante fue el celebrado en 1982 en el Palacio de los Deportes de Madrid, en 1982, en el que se recaudaron 700.000 pesetas. Tras esa experiencia, se pidió ayuda a los ayuntamientos con poblaciones superiores a los 100.000 habitantes y se solicitó apoyo a todos los diputados del Congreso. Nadie nadie se interesó por el proyecto.
Tres años se tardó en convencer al Ayuntamiento de Madrid y la Comunidad Autónoma para que asumieran el coste del monumento.
El lugar elegido para instalar el monumento fue el parque del Oeste, en recuerdo a la vinculación de Miguel Hernández a Madrid y a su participación, en ese mismo lugar, en la lucha de resistencia de Madrid durante la guerra civil.
El monumento diseñado por el arquitecto Enrique Dominguez Uceta esta concebido fundamentalmente como una plataforma para celebrar actos de homenaje al poeta. Cuenta con una placa de bronce realizada por el escultor Miguel Ángel López Calleja, según el conocido dibujo que el dramaturgo Antonio Buero Vallejo hizo del rostro de Hernández cuando ambos coincidieron en prisión, adosada a un muro en el que figura las fechas de nacimiento y muerte, y a los lados una serie de seis columnas exentas cuadradas, enmarcadas en un muro bajo que se prolonga por los extremos cual brazos circundantes, en uno de los cuales por su parte exterior figuran inscritos los versos del poeta dedicados a Madrid.
“Esta ciudad no se aplaca con fuego/ este laurel con rencor no se tala/ este rosal sin ventura, este espliego, júbilo exhala.” A unos pasos, aislado, asoma una parte de un gran cubo inclinado y semienterrado, y no una pirámide como suele repetirse, símbolo de la resistencia..
Poema completo “Madrid”
"De entre las piedras, la encina y el haya,
de entre un follaje de hueso ligero
surte un acero que no se desmaya:
surte un acero.
Una ciudad dedicada a la brisa,
ante las malas pasiones despiertas
abre sus puertas como una sonrisa:
cierra sus puertas.
Un ansia verde y un odio dorado
arde en el seno de aquellas paredes.
Contra la sombra, la luz ha cerrado
todas sus redes.
Esta ciudad no se aplaca con fuego,
este laurel con rencor no se tala.
Este rosal sin ventura, este espliego
júbilo exhala.
Puerta cerrada, taberna encendida:
nadie encarcela sus libres licores.
Atravesada del hambre y la vida,
sigue en sus flores.
Niños igual que agujeros resecos,
hacen vibrar un calor de ira pura
junto a mujeres que son filos y ecos
hacia una hondura.
Lóbregos hombres, radiantes barrancos
con la amenaza de ser más profundos.
Entre sus dientes serenos y blancos
luchan dos mundos.
Una sonrisa que va esperanzada
desde el principio del alma a la boca,
pinta de rojo feliz tu fachada,
gran ciudad loca.
Esa sonrisa jamás anochece:
y es matutina con tanto heroísmo,
que en las tinieblas azulmente crece
como un abismo.
No han de saltarle lo triste y lo blando:
de labio a labio imponente y seguro
salta una loca guitarra clamando
por su futuro.
Desfallecer... Pero el toro es bastante.
Su corazón, sufrimiento, no agotas.
Y retrocede la luna menguante
de las derrotas.
Sólo te nutre tu vívida esencia.
Duermes al borde del hoyo y la espada.
Eres mi casa, Madrid: mi existencia,
¡qué atravesada!"
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