En la calle de Velázquez esquina a Juan Bravo, sobre un pedestal hecho con bases de las farolas de Sol, se alza una estatua de Diego Velázquez, posiblemente la estatua más sencilla de las que hay en Madrid, pero también la más ajustada a la realidad.
Así, la estatua a 1,50 metros de altura, observa a su izquierda el Palacio de los marqueses de Amboage, magnífico Palacio, de los más bellos de Madrid, construido en 1914-17 por el arquitecto Joaquín Rojí, sede del ayuntamiento durante la guerra civil y convertido a partir de 1940 en la embajada de Italia en España.
Hay que recordar que Velázquez salió de España dos veces y las dos a Italia. Sus estancias allí fueron muy apreciadas y queridas por él tanto a nivel personal como artístico.
La escultura es obra del escultor madrileño Francisco López Hernández.
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