En la calle Mayor nº 16 se encuentra el antiguo edificio de la Compañía Colonial, de gran valor histórico y artístico.
La fábrica de chocolates La Colonial, fundada en 1854 por Jaime Méric, tuvo su primera sede en la plaza de la Lealtad, junto al paseo del Prado, donde hoy se levanta el Hotel Ritz; al año siguiente la empresa abrió una tienda en la calle de la Montera. En 1866 la fábrica se trasladó al pueblo de Pinto.
La fábrica de Pinto llegó a ser muy importante; allí, desde 1888, la Plaza de Jaime Meric recuerda al fundador. De la antigua empresa se conservan pocos elementos, uno de ellos la chimenea.
Pero Méric estableció la sede de las oficinas y el almacén en la calle Mayor nº 18, actual nº 16, en Madrid.
En 1906 los arquitectos Miguel Mathet y Coloma y su hijo Pedro Mathet y Rodríguez proyectaron la reforma del edificio.
La obra se desarrolló entre los años 1907-1909 y sus autores convirtieron la fachada en uno de los pocos ejemplos de modernismo en Madrid, con ricos detalles escultóricos, cerámicos y de hierro forjado. La adornaron con figuras alegóricas, entre las que destaca el dios Mercurio, protector del comercio, en la entrada principal.
En la portada aparece la fecha de 1909, pero en 1908 ya debía de estar terminada la obra pues el Ayuntamiento le concedió el Primer Premio en el concurso municipal al mejor edificio construido ese año.
Varios paneles de azulejos decoran el último piso con las flores del Te, del Cacao y del Café, imágenes relativas al comercio realizadas en el taller de Daniel Zuloaga, encargadas en 1908 por el arquitecto Mathet y Coloma para La Colonial.

Sabemos por las crónicas de la época que el 15 de noviembre de 1909 tuvo lugar la inauguración del nuevo, lujoso palacio. Ese día, el propietario, Edmundo Meric, hijo del fundador, a cargo de la empresa desde 1887, ofreció un espléndido banquete a sus numerosos amigos, entre los que se contaban distinguidas personalidades en la banca, la industria y el comercio.

La construcción originalmente de viviendas destinó las plantas inferiores a la Compañía Colonial, letrero que entonces adornaba la fachada. Después de que la fábrica de chocolates abandonara la calle Mayor, durante un tiempo fue conocido como edificio Conrado Martín, así lo indicaba el nuevo letrero –por la sucursal de la cadena de perfumerías que lo ocupó hasta hace unos años–.
Hoy día, tanto en su exterior como en su interior, el edificio felizmente conserva el estilo exquisito con el que fue diseñado. En el portal se mantienen las magníficas vidrieras, con motivos florales y cintas típicas del art nouveau imperante en aquellos momentos. La decoración modernista se encuentra también en las vidrieras y barandillas de la escalera. También se conserva el ascensor, uno de los más antiguos de Madrid, obra del ingeniero Jacobo Schneider.
Los locales comerciales en la actualidad están ocupados por una oficina bancaria –en la que se conservan las columnas de hierro forjado– y la mayor parte del edificio continúa albergando viviendas; excepto la primera planta, que es la sede de la Real Liga Naval Española.