En 1973, y junto con la vecina calle del Carmen, fue una de las primeras vías peatonales de la capital de España.
En 1973, y junto con la vecina calle del Carmen, fue una de las primeras vías peatonales de la capital de España.
Pues bien, en todos los informativos del mundo, de cualquier franja horaria, de todas las cadenas de televisión, en cualquier emisora que se pueda captar en el dial de la radio, en todas las noticia emitidas por las redes sociales, podemos ver y oír que en Palestina están muriendo inocentes a todas las horas. Neonatos, niños y niñas, jóvenes, hombres, mujeres y ancianos por el delito de ser palestinos y vivir en su tierra.
¡Nada más! Tan solo por su origen y vivir donde nacieron ellos y todos sus ascendientes desde la noche de los tiempos.
Podría poner nombre a este hecho. pero no merece la pena, que más da que lo llámenos de una forma o de otra, lo único que importa es que esta sucediendo y nosotros, los civilizados, demócratas etc, etc somos testigos mudos y quietos.
No nos importa, no va con nosotros, nos da igual, eso si que toda esta masacre no interrumpa nuestros entretenimientos, que entonces si, se alza la voz, es el fin del mundo, del nuestro claro.
Yo tan solo me pregunto ¿De que estamos hechos? ¿de hormigón? ¿de acero? ¿No tenemos hijos, hermanos o nietos? Es increíble la falta de humanidad, lo dejo en eso, en humanidad.
Se nos debería de caer la cara de vergüenza, a mi al menos se me cae, por pertenecer a esta sociedad y a esta civilización incivilizada,. yo me borro y me bajo de este autobús.
Fue en el año 1997, cuando la cervecería La Campana empezó a servir sus bocatas de calamares por primera vez, cerca, muy cerca, de la Plaza Mayor, en Botoneras 6.
Sus grandes ventanales invitan a entrar a cualquier hora; su barra de mármol blanco, a acodarte en ella y pedir bocata con caña, uno tras otro.
El bocata de calamares es de los mejores de Madrid, une un calamar tierno de buena calidad y un pan excepcional, aquí es donde suelen fallar la mayoría de locales de la zona.
El producto es el que hace que se pase por alto, las colas de espera, la incomodidad de las banquetas etc...
Residencia y prisión temporal durante la edad moderna, albergó una fábrica de jabones en el siglo XVIII. Sufrió grandes daños durante la Guerra de la Independencia y tras su abandono terminó por convertirse en una ruina.
Historia.
Acogió la estancia del emperador y de Francisco I cuando se dirigía a Illescas para celebrar “las vistas” para su casamiento de este con Doña Leonor, hermana de Carlos I, y sirvió como lugar de encarcelamiento del secretario de cámara de Felipe II Antonio Pérez, en 1587.
Situado en el barrio de Almagro, una de las zonas residenciales
preferidas de la alta sociedad durante la segunda mitad del siglo
XIX y principios del XX, el palacete fue proyectado en 1894 por el
arquitecto Dimas Rodríguez Izquierdo como residencia principal de
Miguel Martínez de Campos y Rivera, marqués de Baztán.
Originalmente el solar en el que fue construido formaba parte de
una parcela de mayor tamaño, en la que se levantó ya en 1870 uno
de los primeros palacetes del barrio.
Este edificio fue derribado
hacia 1892, dividiéndose entonces la finca en dos partes, ocupando
el nuevo hotel el solar correspondiente al actual número 11bis de la
calle Fernando el Santo.
El palacete estaba compuesto por un edificio principal, un jardín
delantero, una portería, un pabellón de servicio y un patio posterior.
El exterior del edificio es de estilo ecléctico, con alzados de ladrillo
visto y huecos enmarcados por encadenados de yeso, imitando
sillería, al modo Luis XIII, con fuertes impostas y cornisa en el
ático, pero sin las mansardas características de este estilo francés.
La entrada principal se sitúa en la fachada lateral y cuenta con una
marquesina de hierro y vidrio.
El inmueble consta de cuatro alturas con la distribución jerarquizada típica
de estas residencias. En su interior presenta una planta compacta y sin
pasillos. Desde la entrada se accede a un primer vestíbulo y desde éste al
hall, que funciona como distribuidor de los salones y la escalera principal, de
estilo afrancesado e iluminada a través de una vidriera de la casa Maumejean.
De forma perpendicular al hall se disponía un salón con serre o invernadero
que daba paso al jardín, otro salón decorado con una pintura mural firmada
por Joaquín Sorolla y el comedor.
En 1927 el palacete fue comprado por los marqueses de Argüeso, quienes
encargaron ese mismo año su ampliación a Eduardo Figueroa Alonso Martínez, añadiéndose entonces un nuevo gran salón en el extremo sur del
edificio, sobre el que se colocó una terraza, y que supuso la desaparición
del invernadero, la reducción del jardín principal y el sacrificio de la
iluminación natural del comedor.
Aunque durante la Guerra Civil el palacete quedó a cargo de la vecina
embajada británica, el comedor y el gran salón se vieron afectados por el
impacto de dos obuses. En 1957 los descendientes de los marqueses de
Argüeso vendieron el edificio al gobierno argentino, convirtiéndose en la
Residencia Oficial del Embajador de la República Argentina en España.
Las flores de hoy vuelven a ir en contra del genocidio, para unos, crímenes de lesa humanidad, para otros o tan solo, cosas que pasan.
Que más da el nombre, el caso es que hay una población que esta muriendo por explosivos, de hambre, por falta de atención médica o de pena a manos del estado del Israel.
Supongo que el sufrimiento del pueblo palestino, es el mismo que padecieron los judíos en los campos de exterminio y cámaras de gas nazis, el mismo.